A 5 años de la firma del Acuerdo de Paz, una conclusión que se salga del lugar común del vaso medio vacío o medio lleno, y se ancle objetivamente en datos como los del Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame en USA que fue encargado por las partes firmantes para monitorear la implementación del Acuerdo como se ha hecho en otros procesos de paz alrededor del mundo, nos dice que la puesta en marcha desde 2016 ha sido lenta y defectuosa, asimilable a un fracaso. Pero no por la dificultad de materialización de las disposiciones del Acuerdo, sino por la falta de voluntad del Estado, concretamente del gobierno actual que empezó su ineficiente periodo en 2018, pues no olvidemos que en campaña anunciaron que su propósito sería “hacer trizas el maldito Acuerdo”, y si no lo lograron fue porque gracias a la asesoría de expertos juristas nacionales y extranjeros el documento firmado fue blindado jurídicamente constitucionalizándose en el país y depositándose en instancias internacionales de derechos humanos.
En cifras generales, el Acuerdo alcanza en promedio un 30% de implementación, pero esto en razón a que hay puntos que por descarte tenían que ser cumplidos de entrada como el sexto punto de mecanismos de verificación (el Kroc) y refrendación (el malogrado plebiscito que llevó a Santos junto a la derecha a modificar unilateralmente el Acuerdo original), o el tercer punto de fin del conflicto donde las FARC entregaron las armas en un hecho que ahora es reprochado por los mismos ex combatientes que hoy ven como han asesinado a casi 300 de sus compañeros. En cambio, los puntos cruciales que dan en la médula del conflicto armado que quiso cesar como el quinto de las víctimas, el cuarto de drogas ilícitas, el segundo de participación política, y por sobre todo el primero sobre la reforma rural integral que nunca se ha dado en la nación, están en números rojos. Esta semana en la Uceva, su rector, la Gobernación del Valle, y el senador desmovilizado Pablo Catatumbo que anduvo nuestras montañas, hicieron un balance con cifras en manos, y tan solo un 5% de la reforma rural ha sido implementada. Una pena, que nos obliga a hacer dos afirmaciones: la traición o perfidia de este gobierno para con el Acuerdo es innegable, y es necesario elegir en 2022 un gobierno que le apueste en serio a la implementación del Acuerdo, o sea, derrotar el actual que se está camuflando en todas las campañas, excepto la de Petro.