Mejoras en la iluminación, modernización del polideportivo y señalización, las necesidades
Corría el años 1982 y en Colombia se elegía como presidente de la república al conservador Belisario Betancourt Cuartas, conocido como el «arriero de Amagá», y quien basó su campaña en una propuesta que en muchos generaba incredulidad y que consistía en promover planes de vivienda de interés social y sin cuota inicial. Uno de esos programas se construyó en el municipio de Tuluá y hoy es conocido como el barrio La Esperanza, uno de los sectores urbanos de mayor tamaño, pasajes estrechos y casas uniformes que se convirtió en la inversión más importante que en materia de vivienda ha hecho el gobierno nacional en la Villa de Céspedes.
El proyecto habitacional fue concebido en su diseño como un espacio armonioso con la naturaleza para el esparcimiento de sus moradores; esa decisión permitió hoy que sea uno de los pocos sectores que en Tuluá se da lujo de tener seis zonas verdes con suficiente arborización que le dan un aire de frescura en su entorno.
Aunque de las viviendas básicas quedan muy pocas, pues la mayoría de dueños las modificaron buscando mayor comodidad, se puede decir que La Esperanza mantiene su esencia urbanística.
El presente
En la actualidad, la junta de acción comunal está dirigida por Francisco Javier Concha Londoño, uno de los nuevos líderes que han surgido en la ciudad, quien saca de su tiempo libre para trabajar por diferentes proyectos y necesidades que el sector padece.

Presidente JAC
¿Qué es lo mejor del barrio y qué le
cambiaría?
Lo mejor del barrio La Esperanza es su gente porque es trabajadora, echada para adelante y ante todo muy solidaria. Cuando la junta comunal desarrolla alguna actividad la respuesta no se hace esperar y siempre sacamos adelante los diferentes proyectos y tareas que nos proponemos.
La Esperanza es un barrio confortable de gente muy unida y con una buena infraestructura de servicios públicos, exceptuando las dificultades que tenemos con el alumbrado en algunos sectores.
Es un buen vividero y el que llega a vivir se amaña y no quiere irse de esta comunidad que hoy tiene una ubicación estratégica, pues es vía de acceso a la ciudad, con seguridad, que es buena, aunque eso no quiere decir que no se presenten dificultades.
Las necesidades
En diálogo con EL TABLOIDE, Concha Londoño precisó que una de las mayores necesidades es la mejora en el sistema de alumbrado público, especialmente el existente en las zonas verdes, y señala que la poca luminosidad se ha convertido en foco de inseguridad, pues muchos aprovechan para dedicarse al consumo de sustancias alucinógenas y otras prácticas indebidas. Agrega que es una petición que se ha hecho de forma reiterada pero hasta ahora no ha sido posible una solución.
Quieren coliseo
Otra de las necesidades sentidas de los habitantes de ese sector es la remodelación de la cancha múltiple, un espacio que se adecuó en el centro del barrio pero que hoy luce desgastado y con dificultad para la práctica deportiva. Señala el dirigente que justamente en el plan de desarrollo que acorde con la ley se presentó ante la administración municipal, una de las peticiones es que se estudie la posibilidad de instalar una cubierta en este escenario deportivo, se adecúen los pisos y de esa manera se ganaría un espacio multipropósito.

Faltan señales
Como sucede en la mayoría de barrios de la Villa de Céspedes, las calles, de La Esperanza también están a la espera que la Secretaría de Movilidad y Seguridad Vial adelante los trabajos de demarcación de las calles, las cuales son bastante amplias y por ellas muchos de los conductores transitan a alta velocidad. Uno de los puntos más críticos es la calle adyacente a la escuela del sector, donde existe una curva pronunciada que hace que frecuentemente se presenten accidentes, algunos de ellos con consecuencias graves. La junta comunal hace algún tiempo adelantó los trabajos de señalización con recursos propios pero hoy ya desapareció
