Siempre me negué a creer que la marihuana, la que tanto hemos despreciado y condenado por ser tan dañina por el uso que le da la juventud, fuera de verdad medicinal y hoy puedo asegurar que estoy feliz porque existe.
Hacía más de dos meses venía padeciendo de un dolor difícil de controlar en la mano derecha, con la que firmo todos los documentos, razón por la cual fui donde mi vecino, el doctor Boris de Dolor Med, quien muy amablemente me atendió y me envió terapias que calmaron por algunos días la molestia.
La preocupación que expresaba por lo que estaba sintiendo hizo que varias personas me compartieran fórmulas pero, a decir verdad, ninguna resultó eficaz para eliminar el incómodo dolor. Hasta Martha, la niña que me colabora en la casa, me consiguió una crema llamada NC, que tiene caléndula, pero a pesar que también me la apliqué con rigurosidad no hizo efecto positivo.
Pero en estos días, en un paseíto que hice por Cali, me encontré con un puesto atendido por un indígena que hablaba con convicción sobre un producto de nombre Cocadol, que contiene etanol, hojas de coca, cannabis o marihuana y que servía para aliviar los dolores musculares y todo tipo de dolencias crónicas, incluso los dolores generados por caídas, la tendinitis nerviosa o la artritis, dolores de cintura, de cabeza, torceduras, mejor dicho para todos los males.
Pues el hombre me convenció y cuando decidí comprar el producto no niego que sentí temor, algo así como si estuviera comprando marihuana al escondido por solo $25.000. Cuando regresé a Tuluá y llegué a mi casa, tenía tanto dolor que lo primero que hice fue aplicarme el líquido y cómo les parece que, ya han pasado 8 días del proceso diario, y me siento muy bien.
Por esa razón hoy puedo asegurar que tanto miedo que le tenía pero “probé la marihuana y me gustó”.