Si en algo han cumplido todos los gobiernos, incluído el presente, es en el fracaso total de las campañas sobre la movilidad en las ciudades grandes e intermedias, tal como lo vemos en este municipio y localidades circunvecinas desde hace bastante rato, pese a los esfuerzos de las autoridades competentes que hacen hasta lo imposible desde sus escritorios, pero nada ha sido válido, pues el índice de accidentes de automotores, que incluyen las motos y las bicicletas, crece de una manera alarmante.
No hay quién le ponga “la cascabel al gato” y nos atrevemos a manifestar que las autoridades también se cansan de insistir y persistir en las campañas sin resultados positivos, lo cual conduce a un relativismo en la aplicación de la ley que seguramente ocasionará más y más accidentes con fatales consecuencias.
En el fondo de los hechos observamos que la violencia se ha entronizado en el quehacer diario de la gente y vemos con perplejidad la respuesta de los accidentados o a quienes se les quiere llamar la atención por su comportamiento vial, que llegan hasta el extremo de quemar sus motos antes que obedecer a la ley. Esta situación es demasiado grave, porque estamos tocando fondo en relación con la pérdida del respeto a las buenas costumbres, a la obediencia a las señales de tránsito, a la radicalización de ciertas posturas desafiantes, como la de aquellos que no quieren ni aceptan su responsabilidad en los accidentes, la de quienes no obedecen la normatividad del Tránsito.
Vemos que no les gusta ponerse el casco protector, hasta el colmo de insinuar al pasajero, para el caso de los mototaxistas, que no lo lleven puesto, no respetan las señales en los semáforos, se cruzan de un lado al otro, en las calles haciendo malabares propios de un circense. La última medida del gobierno sobre la obligación de comprar el SOAT parece que no ha dado los resultados esperados puesto que los accidentes ascienden en forma geométrica, pese a haber aumentado el número de adquirientes.
Ya los conductores respetuosos, aceptan la ley del “sálvese quien pueda” y desesperados claman al cielo porque algún día se ponga fin ante el salvajismo vial, que no puede llamársele de otra manera, ante lo cual el fracaso es total, sin precedentes en la historia del país.
La política de “cambio” del actual gobierno no ha tocado este tema, que es crucial, fundamental, esencial, en las poblaciones grandes, intermedias e inclusive pequeñas y se pierden vidas, quedan familias enteras sumidas en el dolor y lágrimas, sin esperanza ninguna, sumidas en la tristeza, sin que nadie se compadezca, porque no hay autoridad capaz de frenar esta carrera de violencia y anarquía vial sin precedentes en la historia del país.
Urge entonces aumentar el presupuesto, el número de Agentes de Tránsito bien capacitados, honestos y responsables, ampliar las vías y especialmente ejercer una estricta vigilancia a los centros de enseñanza automotor, en donde pareciera que dan licencias y licencias, sin que el aprendizaje fuese lo mejor posible, dejando al azar la vida futura del discípulo en materia de conducción.