En medio de atletas experimentados y delegaciones internacionales de Venezuela y Argentina, brilló el talento de un joven tulueño que sorprendió a todos: Fabián Alejandro Fúquene González, de 14 años, estudiante del Colegio San Juan de la Loma y representante del Club de Hapkido Chong Sin Tok Sury de Tuluá.
Su actuación fue simplemente extraordinaria. Con precisión, técnica y serenidad, Fabián Alejandro conquistó seis medallas: Oro en Salto Largo, en Salto Alto, en Combate en Defensa Personal, Plata en Defensa Personal y Bronce en Defensa Personal.
Pero su mayor logro llegó con el anuncio final: fue catalogado como el tercer mejor deportista en la clasificación general del campeonato, una hazaña inmensa para un joven de su edad. Entre más de doscientos competidores, su nombre se pronunció con respeto y admiración, demostrando que el futuro del Hapkido colombiano ya tiene rostro y corazón tulueño.
El éxito de Fabián Alejandro Fúquene González no habría sido posible sin la guía de sus maestros Patricia Jimena Delgado Castrillón y Óscar Mauricio Giraldo Osorio, quienes con dedicación y compromiso han forjado en él la técnica, la disciplina y los valores del verdadero arte marcial. Su ejemplo y enseñanza se reflejan en cada logro de su pupilo.
Igualmente, el apoyo incondicional de la familia Fúquene González ha sido el motor emocional detrás de este triunfo. Su respaldo constante, su presencia en los entrenamientos y su fe inquebrantable han sido fundamentales para que este joven deportista alcance metas tan altas.
El nombre de Fabián Alejandro Fúquene González ya se inscribe entre los más destacados del Hapkido nacional. Su clasificación continental no es el final, sino el comienzo de una carrera que promete grandes triunfos para Tuluá, el Valle del Cauca y Colombia. Con el orgullo de su ciudad, el respaldo de sus entrenadores y el amor de su familia, este joven guerrero se proyecta como una de las figuras más prometedoras del deporte marcial internacional.
Con solo 14 años, Fabián Alejandro ya no solo compite: inspira.
Su historia es la de un campeón en formación, un símbolo de disciplina, humildad y pasión que representa el espíritu invencible del deporte colombiano.











