A lo anterior se suma que conductores o propietarios de busetas y todo tipo de vehículos deciden parquearse sobre el espacio reservado para los peatones. Es evidente que este lugar, como en muchos otros de la ciudad, se hace necesario que los agentes de tránsito hagan presencia, ayuden a regular el tráfico y a superar la anarquía que se presenta.
Una situación similar se presenta en la carrera 28, a un costado del Palacio de Justicia, donde no hay respeto por las normas y dejan sin por donde pasar a los caminantes. De nada sirve que allí exista un reductor de velocidad tipo pompeyano. Invertir en cultura ciudadana es una urgencia en el municipio de Tuluá.