Petro lleva tres años sin gobernar, sin ejecutar el Programa de Gobierno que le prometió a los colombianos en campaña, basta observar con cuidado los famosos informes que dan los ministros cuando Petro los hace pasar vergüenzas frente a las cámaras que transmiten sus consejos de gobierno y estos, asustados o con cara de palo, dicen que la ejecución de sus presupuestos es irrisorio, los regaña en público, los responsabiliza y se lava las manos, como en el último donde los sacrificó por no hacer nada por el Chocó.
Esta puesta en escena del presidente es un viejo truco para él “quedar bien” con sus ingenuos seguidores, porque al resto de colombianos no los engaña, las encuestas lo dicen, no le creemos nada.
Si Petro no gobierna ¿a qué se dedica entonces? La respuesta no es tan difícil, la vemos cotidianamente: uno, protagonizar escándalos de corrupción y dos, diseñar estrategias para mantenerse en el poder indefinidamente, así cumpliría el sueño de gobernar sin oposición y quedarse para siempre. Petro inició esta tarea del socialismo del siglo XXI con sus pequeñas asambleas constituyentes, cuento que no le cuajó, como tampoco los cabildos abiertos, menos la consulta popular y ahora el embeleco no constitucional de una “papeleta” dizque para depositar en las próximas elecciones y convocar una asamblea nacional constituyente.
Todas las propuestas de Petro son sediciosas porque van en contravía de la Constitución que juró defender; fue lo que hizo en La Alpujarra, el centro institucional más sagrado de los paisas cuando llevó a la tarima presidencial a los más conspicuos delincuentes de la Oficina de Envigado, que, según el alcalde de Medellín, siguen delinquiendo desde la cárcel, mostrando un falso positivo de un proceso de paz mentiroso.
No hay que dudar un ápice de las intenciones dictatoriales de Petro y su entorno más cercano, la Constituyente es el camino escogido y ya depende de los colombianos si lo permitimos o no, porque las instituciones en el gobierno Petro, salvo el Consejo de Estado, han demostrado ser muy débiles, tolerantes con el proyecto inconstitucional del pequeño Napoleón.