“Magdalena. Historia de Colombia” es el título del libro que acaba de publicar editorial Planeta del antropólogo e investigador canadiense Wade Davis, quien ya nos había entregado una maravillosa crónica sobre la Orinoquía colombiana en su libro “El Río” (1996), y una hermosa defensa de la sabiduría nativa en “Los guardianes de la sabiduría ancestral” (2009).
“Magdalena” es un texto que debía ser lectura obligada en todos los centros educativos del país, para recuperar de la mejor manera nuestra historia y geografía tan absurdamente despreciadas, desde que los gobiernos neoliberales se dedicaron a entregar nuestros recursos naturales para su explotación depredadora a las grandes corporaciones internacionales, con grave perjuicio para la vida de todo nuestro ecosistema, incluido el bienestar de por lo menos el 80% de la población colombiana.
Davis, para escribir su libro, recorrió los 1.528 kilómetros que transita nuestro gran río desde su nacimiento en el Huila, hasta su desembocadura en Bocas de Ceniza, en el departamento del Atlántico. Leyó una extensa bibliografía sobre el tema y recogió una serie de importantes testimonios por los once departamentos ribereños de nuestra principal arteria fluvial, así no sea ni la más larga, ni la más caudalosa.
Y es un urgente llamado a la resurrección del río Magdalena, como principal acción que nos permita el milagro de sanear el corazón del país. Y para tal fin formula dos preguntas que me parece importante transcribir. Dice, “¿Qué pasaría si quienes abogan por la restauración del río presentaran su causa no como una cuestión ambiental, sino como un símbolo del orgullo nacional? Y, a continuación, “¿Qué pasaría si apeláramos al sentido de pertenencia y arraigo que de una manera u otra unen a todos los colombianos con el río que le dio vida a la nación?” Son dos interrogantes que debemos resolver para no continuar traicionando todo lo que nos hace colombianos.