Después de la tormenta llega la calma y después de la oscuridad llega la luz. 67 años han pasado desde aquella tarde caribeña donde el sibarita Fidel, tabaco en boca y puño cerrado, marchaba triunfante al lado de su lugar teniente Che Guevara por las calles de la Isla del Encanto, de la joya caribeña donde se respiraba folclor, caña y ron. Casi siete décadas han pasado cumpliendo la metamorfosis de una isla apreciada y bella hacia lo que es hoy, un pedazo de tierra llena de hambre, narcotráfico, prostitución y dictadura. Cuba, la otrora joya del encanto, la del son cubano hoy solo es un pedazo de ruina exportadora de ideologías donde el odio de clases y el irrespeto a los derechos mínimos de sus habitantes es el paisaje matutino ante los ojos y la complicidad del resto de pueblos latinoamericanos y de la caterva de organizaciones que no sirven más que para sancionar simbólicamente al régimen de La Habana. ¿Será posible que ese pueblo que, al parecer, está despertando logre derrocar al régimen y renacer entre sus cenizas?. Mil preguntas con mil respuestas inconclusas, lo único cierto es que mientras muchos demócratas soñamos con ver libre de las cadenas del comunismo a nuestros hermanos cubanos, a la hermosa Venezuela y al pueblo nicaragüense, otros tantos demagogos del socialismo y del comunismo falaz, siguen atizando y adoctrinando incautas y desprevenidas juventudes con discursos “robinjunescos”, donde el pobre y miserable acabará al rico y poderoso, para gozar del fruto de su trabajo y así lograr la vida que se merece sin esfuerzo alguno. “Entonces, ¿Será que el pueblo cubano logra alcanzar el sueño de sus antepasados y volver a ver a su isla libre? Quién sabe, lo cierto es que quienes esperábamos que el Gobierno yanqui lograra acelerar el regreso de las libertades al vecindario, vemos hoy con asombro como la nueva administración Demócrata está optando por alinearse a una estrategia global de “sálvese quien pueda”. ¿Qué pasará entonces con Colombia? Estaremos caminando a paso acelerado hacia un socialismo lleno de privaciones, desorden y miseria?. Lo cierto es que el 2022 está a la vuelta de la esquina y afortunadamente aún hay tiempo de planear el itinerario antes que pase lo impensable.