Una vez más la bíblica batalla entre David y Goliat redita un nuevo capítulo, pero en esta ocasión no tiene como protagonistas al joven de Judá y al gigante filisteo, sino al encopetado y llamado Rey de Copas, Atlético Nacional frente a la Corporación Club Deportiva Tuluá y la batalla no se dio en el campo entre espadas, piedras y hondas, sino en los estrados judiciales del exterior y en términos jurídicos del más alto nivel.
Hacemos referencia a la noticia dada a conocer en la semana que termina por el periodista deportivo Javier Hernández Bonet, sobre la decisión del Tribunal Superior Suizo que dejó sin piso el fallo que a favor del cuadro verde de Antioquia había proferido el Tribunal de Arbitraje Deportivo TAS, instancia que a su vez había tumbado lo determinado por el Estatuto del Jugador de la Dimayor que obligó al onceno paisa a pagar cinco millones de dólares al equipo tulueño por la incorrecta transferencia del delantero Fernando Uribe.
Aunque por abolengo, trayectoria, poder económico y títulos sumados a lo largo de muchos años la pelea resultaba desigual hay que ponderar la determinación de la escuadra del Corazón del Valle y sus directivas, encabezadas por el siempre polémico y controvertido Óscar Ignacio Martán que no se achicopaló por el tamaño del adversario y con decisión fue al frente, contrató un equipo jurídico demostrando que lo fallado por el TAS iba contra el marco jurídico que gobierna al fútbol colombiano y obteniendo una victoria que hoy pone a los verdolagas, pues deben pagar los 5 millones de dólares, intereses y las costas del proceso judicial o de lo contrario no podrá reforzarse deportivamente de cara a futuras competencias.
La batalla jurídica librada por Cortuluá nos enseña también que no podemos desistir cuando nos asiste razón y que la lucha debemos darla hasta agotar el último aliento pues la recompensa llegará, tal como sucedió con el fallo del Tribunal Suizo que, según los entendidos en la materia deportiva, se ha dado solo en dos ocasiones siendo una de ellas la providencia a favor de la atleta sudafricana Caster Semenya, a quien se le había prohibido correr hasta que no se sometiera a la medicación y reducir sus niveles de testosterona y ahora cuando protegió los intereses de Cortuluá.
Entusiasma saber también que los directivos de Cortuluá están proyectando, una vez el equipo antioqueño haga el desembolso de los recursos, iniciar el macro proyecto de construcción de su propio estadio, una obra que sería de gran impacto deportivo y un aporte a la reactivación económica de esta región tan golpeada por la pandemia del covid-19 y el Paro Nacional que persiste en algunas zonas del país.