El pontífice, hospitalizado desde hace más de una semana en el Policlínico Agostino Gemelli de Roma, requirió oxígeno a alto flujo y recibió transfusiones de sangre para tratar la anemia.
A pesar de su condición, Francisco se mantiene alerta y ha pasado el día sentado en un sillón, aunque con más dolor que en jornadas anteriores, según el informe oficial. Sin embargo, su recuperación sigue siendo incierta, y los médicos continúan evaluando su evolución.
El Vaticano también confirmó que el papa no dirigirá el rezo del Ángelus dominical, siendo esta la tercera vez en sus 12 años de pontificado que se ve obligado a cancelar la tradicional oración. Se espera que su hospitalización se prolongue al menos durante la próxima semana, mientras los especialistas monitorean su respuesta al tratamiento.
El cirujano Sergio Alfieri, quien ha intervenido quirúrgicamente a Francisco en el pasado, señaló que, aunque su estado es delicado, no corre riesgo de “muerte inmediata”. “¿Está el papa fuera de peligro? No. Ambas puertas están abiertas”, declaró Alfieri, subrayando la necesidad de tiempo para que la terapia surta efecto.
Francisco, de 87 años, ha enfrentado diversos problemas de salud en los últimos años, incluyendo intervenciones quirúrgicas y episodios recurrentes de infecciones respiratorias. Su actual hospitalización ha generado preocupación en la Iglesia católica y entre sus fieles en todo el mundo.