Con mucha frecuencia y por culpa de la corrupción política y de la violencia que azota a nuestro país, la cual no parece tener punto final, afirmamos que Colombia es un desastre, que no hay nada bueno, que nada nos sirve y practicamos el gran deporte nacional: la crítica destructiva de todo lo nuestro.
No podemos negar que tenemos muchos problemas. Sin embargo, cuando nos sentamos y pensamos de manera racional y sin resentimientos encontramos que nuestro país tiene grandes y maravillosas realidades.
Contamos con la grandeza de nuestros mares que no solo nos representan, recreación en las hermosas playas de Cartagena, Santa Marta, San Andrés con su mar de siete colores, y muchas más, sino una gran riqueza alimenticia que permite disfrutar de platos maravillosos que nos preparan nuestras madres y abuelas.
Pero si no quieres disfrutar de las aguas marinas puedes hacerlo en labores del campo, en el silencio de una finca cafetera, en el esplendor de nuestros verdes campos que nos permiten un aire puro, que nos dan alimento, frutas, verduras, y un sinnúmero de manjares que gracias a nuestra variedad de climas podemos disfrutar.
Y si hablamos de nuestra cultura esta no tiene límites. Desde la cumbia de la costa Atlántica, el mapalé de la costa pacífica, el joropo llanero, el pasillo y el bambuco de la región Andina para acompañar tantos aires musicales con una buena pareja en la rumba o un buen aguardiente en la compañía de buenos amigos y familiares.
Colombia somos todos y entre todos la tenemos que hacer grande. Con nuestros valores culturales, musicales, gastronómicos y sobre todo con la generosidad y alegrías de sus gentes, tenemos la gran responsabilidad de construir una patria mejor. No se trata de esperar que el gobierno nos regale todo, entre todos y unidos tenemos que sacar adelante esta gran nación y poder cantar con mucha alegría: “AY QUE ORGULLOSO ME SIENTO DE SER UN BUEN COLOMBIANO”…