Estos últimos días han circulado noticias de mujeres y hombres desaparecidos en nuestro país. Muchos creen que este fenómeno va en aumento, pero lo que realmente va en ascenso es la visibilización de estos casos en las redes sociales, pues estas han ayudado a evidenciarlos, lo que no podía ocurrir antes sin la internet y las redes sociales.
No tener una política de paz ha recrudecido las cifras: para el 2017 se presentaron 128 casos, en el 2018 se dieron 134, en el 2019 desaparecieron 167 personas, en el 2020 se documentaron 164 casos (CICR).
Según el Comité Internacional de la Cruz Roja acreditaron 168 desapariciones en el 2021, discriminadas así: 161 adultos, 7 menores de edad, los cuales 145 eran civiles y 23 integrantes de la fuerza pública o de grupos armados.
El 79% de los casos ocurrieron en Norte de Santander, Nariño, Cauca, Arauca, Antioquia y Valle del Cauca. Lo cierto, es que las desapariciones obedecen a las muchas dificultades sociales de nuestro país.
Expertos tratan de aclarar que en Colombia no hay evidencia de que se encuentren cuerpos sin órganos, por lo que se desmitifica la creencia del tráfico de órganos, ya que se deben tener exámenes genéticos de histocompatibilidad para realizar un transplante efectivo, entre otras especificaciones médicas.
Hoy la preocupación colectiva acompaña el sufrimiento de cientos de personas y familiares que atraviesan el desasosiego de no hallar a su ser querido, tropezándose con la falta de acceso a las rutas de atención y las barreras jurídicas de las instituciones.
La falta de la visión de paz y el acompañamiento del Estado en los territorios más alejados y vulnerables genera desesperanza.
Entre todos debemos cuidar a nuestras niñas, niños, jóvenes y adultos para que no ocurran más desapariciones y que Colombia sea potencia de la es.