Siempre se ha dicho que todo tiempo pasado fue mejor y frente a muchas situaciones se cumple esa máxima. Una de ellas, por ejemplo, tiene que ver con la tradición del alumbrado navideño del 7 y 8 de diciembre cuando los católicos le rinden homenaje a la Inmaculada Concepción.

Los tulueños de antaño recuerdan los viajes al monte para cortar los árboles, que luego se plantaban en los andenes para en la noche revestirlos con faroles hechos en papelillo de todos los colores que le daban un toque de magia a los sectores.
Pero a ese ritual le antecedía la unión de familias enteras para la fabricación de estos elementos multicolores. Mientras unos recortaban los cartones para las bases y los redondeles, otros preparaban el engrudo para pegarlos, uno más se encargaba de trozar los alambres para hacer las colgaderas o buscaba las tapas para poner las velas. Todo eso pasaba en medio de la música decembrina que un vecino hacía sonar sacando su equipo de sonido.

Era una fiesta de hermandad comunitaria donde cada cual aportaba lo que podía o sabía, pues lo importante era lograr llevarse los elogios de los visitantes que se convertían en una especie de jurado calificador.
En Tuluá, barrios como El Victoria, Fátima, Avenida, Cali, Farfán, Las Américas, Popular eran de los más visitados y elogiados.
Colores en las calles
Pero además de los alumbrados con faroles, había otra tradición que se hizo común en los barrios populares, donde los vecinos se unían para cerrar las calles y pintar figuras navideñas, instalar festones hechos en plástico y que le daban un ambiente de alegría a las cuadras.

En la Villa de Céspedes son hoy pocos los sectores que lo hacen, destacándose los habitantes de la carrera novena, donde se niegan a dejar perder la tradición.
Los primeros cambios
Una de las variaciones que sufrió esta tradición tuvo que ver con el cambio del papelillo por el icopor, las botellas plásticas y otros materiales reciclables. A este cambio en el estilo, llegó la iluminación de las fachadas usando bombillos de energía eléctrica, lo que se convirtió en una auténtica competencia entre los barrios. Sectores como el Alvernia, Entreríos, Príncipe, entre otros, recibían centenares de visitas cada noche. Uno de los puntos era la casa de los Guzmán que tenía tantos bombillos que pocos se atrevían a calcular cuántos serían.

Otro de los factores que motivaba esta fiesta eran los concursos que estaciones radiales como la Voz de los Robles, Tuluá Estéreo, Antena Dos y de manera posterior Mundo 89 promovían llevando verbenas con artistas, marranadas y hasta sancochos de gallina. Esos premios, ofrecidos por los anunciantes, motivaban la competencia y le daban un toque de emoción. En la actualidad varias de esas estaciones radiales ya no existen y los concursos, aunque se hacen, han perdido interés.

Se vino a menos
Una de las tradiciones tulueñas que se ha ido perdiendo es la del alumbrado navideño y confluyen muchos factores, entre ellos la economía, los altos costos de servicio de energía y uno que resulta llamativo y tiene que ver con el cambio de credo religioso de muchas comunidades que otrora eran 100% católicas y por ende con devoción a la Virgen María, pero la incursión de otras confesiones religiosas sin vocación mariana ha hecho que se haya disminuido el interés. Otro factor que afecta es el relevo generacional, la incursión con fuerza la tecnología que aleja a niños y jóvenes de esos espacios de intercambio cultural y en buena medida también familiar, a lo que se suma la confrontación en el interior de algunas comunidades.
Todavía es posible
Para este año 2025, Luis Eduardo Ayala, presidente de la junta comunal del barrio Victoria, tiene como propósito recuperar para ese sector la tradición y desde ya está convocando a sus vecinos para decorar las calles como en antaño se hacía, pintar los sardineles, poner festones de colores y ante todo volver al alumbrado tradicional del 7 y 8 de diciembre. “Es necesario hacerlo para recuperar a la familia como razón de ser de la sociedad e integrarla en torno a una bonita tradición como esta” precisa el dirigente comunitario.
Añade que la invitación es para que los comerciantes y empresarios se sumen a esta iniciativa no solo en el Victoria, sino en todos los barrios que se quieran sumar a esta idea. “Es una oportunidad también para reactivar la economía de los sectores” precisó.