Una de las mayores dificultades que afronta el municipio de Tuluá tiene que ver con la mala disposición de los desechos de construcción que han terminado por invadir diferentes espacios públicos, e incluso privados, en la zona urbana y algunos sectores rurales.
Aunque inicialmente se considera que la situación se desprende de la incultura ciudadana, también es claro que la carencia de una escombrera oficial hace parte de esa grave problemática ambiental que afronta la Villa de Céspedes.
En diálogo con EL tabloide, Rubén Darío Hernández Ochoa, presidente de la Asociación de Carretilleros «Corazón del Valle», explicó que la no existencia de un lugar a dónde llevar desechos provenientes de la construcción, ha hecho que hoy haya una explosión de escombros por todos lados y la culpa la terminan cargando los integrantes de este gremio.
“Desde la administración del abogado John Jairo Gómez hemos venido insistiendo en la necesidad de que se implemente, acorde con todos los parámetros establecidos, un sitio para llevar este material y evitar que se propaguen botaderos por todos lados, pero no ha sido posible, e incluso hay de por medio una acción de tutela favorable a los carretilleros que a esta hora no se ha implementado», explicó Hernández Ochoa.
Añadió que hay un lugar en Aguaclara que está siendo llenado pero que no tiene las condiciones ni la facilidad para acceder a él y se convierte en un problema para los conductores y, especialmente, para los caballos que se deben esforzar más de lo debido para llegar al lugar.
«Se espera que el actual gobierno, en cabeza de Gustavo Vélez, atienda este llamado y se pueda solucionar de una vez por todas esa problemática, tal como lo ordenó el juez al tutelar los derechos no solo del gremio sino de todos los tulueños de contar con un medio ambiente sano» puntualizó.