Esas fotografías al lado de la imagen del padre de la patria, con el fondo de la biblioteca “Daniel Potes Lozano” o bajo la sombra de los árboles que adornaban el parque, eran tomadas por un grupo de hombres, la mayoría de ellos empíricos que iban poco a poco descubriendo las características de sus máquinas, varias de ellas toda una revolución para la época.
De ese grupo de fotógrafos sobreviven varios de ellos que se resisten a abandonar sus lentes y persisten en ejercer una actividad desplazada por la tecnología y su poder avasallador.
Uno de los que todavía sigue en la brega y en la lucha, como diría un reconocido periodista bugueño, es James Barona Devia, quien en la dácada de los 70 y tras probar suerte en la radio, donde fue mensajero e hizo pinitos en la locución en la ya desaparecida Radio Reloj 1440 am, llegó al parque Bolívar y allí echó raíces, pues tras aprender y perfeccionar el arte creó su propio estudio fotográfico en el que retrató a cientos de tulueños y vallecaucanos.
“Yo puedo decir que ser fotógrafo del parque Bolívar me dio estatus, pues a diario nos buscaban para las fotos de toda índole. Al sitio llegaban para que tomáramos fotos a la construcción que se iniciaba, a los accidentes de tránsito, bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, matrimonios y hasta en los velorios que se hacían en las salas de la casas”, dice el profesional de la fotografía que hoy gana parte de su sustento como mototaxista, pues el suyo es un arte en vía de extinción.
DATO: Los fotografos del Parque Bolívar llegaron a ser uno de los gremios más importantes del municipio.
Era un santuario
Para este hombre que espera completar el tiempo de cotización para reclamar su mesada pensional, el hablar del Parque Bolívar, le produce profunda nostalgia, pues desde su remodelación perdió su esencia y hoy ya no resulta ni siquiera atractivo para una foto.
Lo único que se conserva es la biblioteca, el sitio que escogían las parejas de enamorados para hacerse una foto o las familias que se sentaban en sus gradas buscando una buena placa fotográfica que quedara para la posteridad.
“Con el tiempo desapareció la fuente luminosa, las bancas y aún no se llena el espacio que dejó la partida de Bolívar y la destrucción del pedestal que era uno de los más bonitos del país”, dijo Barona Devia.
Recordó que el Sindicato de Fotógrafos que nació en el parque era el responsable de su cuidado.”En esa época compramos mangueras, herramientas y nos turnábamos para el reguío de las plantas y el cuidado de los árboles”, precisa.
“Ese era nuestro mayor orgullo tener ese sitio limpio, agradable para que los visitantes se sintieran cómodos y tranquilos”, dice el hombre que cuenta con alegría que gracias a la fotografía crió su familia por los caminos del bien.
No duda en señalar que el 31 de octubre era el día más esperado, pues llegaban al parque los niños y sus familias y todos querían quedar con un recuerdo de sus disfraces. “Esa era nuestra prima, pues se tomaban muchas fotos, había anticipos y en una semana salíamos a los barrios a entregarlas en una tarea maratónica”.
“Nos dejaron solos”
James Barona Devia de lo único que se lamenta es que, con el pasar de los años, ese gremio que le aportó a la ciudad y la región y que hoy desaparece lentamente, no tenga ningún reconocimiento por parte de las autoridades locales.”Hoy no existimos, pues ya no nos ven ahí en el parque, pero muchos de nosotros madrugamos los domingos a las iglesias en busca de tomar unas fotos que nos generen un recurso, fotos que cada día son menos, pues se hacen tomar tres o cuatro pero ya lo demás es con los celulares”, puntualizó.