Datos recientes de ACNUR revelan que el mundo afronta varios problemas, entre ellos hambre y desigualdad.
Otros problemas se tratarán en una próxima columna.
Según ACNUR, el hambre se genera por los conflictos de cada país; no en vano, aproximadamente quinientos millones de personas que padecen de hambre viven en estados con conflictos; conforme a dichos datos, la alteración climática también incide en el padecimiento en cuestión.
Por supuesto, a estos factores, se debe agregar la falta de empleo para los más vulnerables, hecho que, por ende, afecta su acceso a los alimentos básicos para su subsistencia.
Este problema obstruye de manera directa el avance de la sociedad, puesto que un individuo mal nutrido no puede potenciar la riqueza de su nación.
Malinowski con su Teoría de las necesidades elementales anotó que un individuo desde que nace requiere comida, protección, seguridad… Por tanto, la carencia de alimentos, además de frenar el progreso de una región, provoca problemas colaterales como miseria, violencia, epidemias, etc.
Un segundo problema que refiere ACNUR tiene que ver con la desigualdad. El informe sobre desigualdad global realizado en el pasado reciente por el World Inequity Lab (Laboratorio de inequidad mundial) evidencia que ésta se ha incrementado en todo el mundo, aunque con ritmos distintos en cada país.
Dicho reporte sostiene que “el 1% de la población con mayores ingresos recibió el doble de ingresos que el 50% más pobre”.
Este informe también señala que la inequidad no solo tiene que ver con los ingresos, sino también con el género. Es así como según la ONU Women, las mujeres ocupan menos de un tercio de los puestos directivos de nivel medio o alto.
Ante el escenario descrito, compete a los gobiernos de cada país, en asocio con entidades internacionales promover planes de acción para contribuir a dignificar la vida de sus ciudadanos.