Una nueva ley está siendo socializada por parte de las diferentes secretarías de educación del país en referencia a la cultura alimenticia en los ámbitos escolares. Las Instituciones Educativas serán las que deban cumplir con la norma en sus tiendas y educar a padres de familia para que, a su vez, ellos de manera comedida, se adapten a las nuevas rutinas de lonchera saludable para sus hijos.
¿Por qué el gobierno nacional hace hincapié en esto ahora?
No es difícil inferir que la causa de esta exigencia, con listado incluido de lo que deben o no comer o beber en los colegios, está determinado por la cuenta de alto costo clínico que ha venido desbordando el sistema de protección en salud de la ciudadanía en general, cuya pendiente ascendente indicaría que en un determinado momento este fenómeno terminará en un déficit fiscal para cubrir las necesidades de salud de la población subsidiada por el Estado.
Lo anterior, está dado por las décadas anteriores que han dejado generaciones que aún no llegan a la tercera edad, y ya padecen enfermedades que no deberían tener a esta altura de su vida. Eso ha disparado las alarmas en el alto gobierno y la tarea es hacer que el indicador de enfermedades derivadas del abuso de comida chatarra baje en el largo plazo, con el fin de alargar la proyección o esperanza de vida de los ciudadanos.
Bajo esta visión, es indispensable que cada mamá y cada papá responsable, se instruya de la mejor manera y use una dieta acorde a los nuevos tiempos, ya que de nada sirve que en las escuelas se aplique la ley a rajatabla, pero los educandos sigan llevando desde la casa alimentos no aptos para su consumo hoy.