Los Juegos Panamericanos Junior se convirtieron en un oasis muy refrescante de aguas cristalinas en medio de la aridez que Cali y el Valle del Cauca han padecido durante esta pandemia que agobió a la mayoría de los habitantes y por la escalada de inseguridad que parece nunca acabar pese a los esfuerzos adelantados por los gobiernos nacional y regional.
Es una idea genial que ofrece un respiro y calidez en el diario vivir de una región que ha sabido levantarse después de padecer tiempos muy difíciles y de alta complejidad económica y social ante la cual la población se levanta con intrepidez y mostrando una nueva juventud entusiasta, altiva y competente que es un lujo en el ámbito iberoamericano, tal como lo está demostrando estas justas que terminan mañana.
No pudo concebirse de mejor manera este acontecimiento deportivo abriendo las puertas a 41 países en donde también hierve la sangre joven con un porvenir esperanzador y repleto de alegrías y grandes satisfacciones, todos unidos luchando por ser mejores y de contera demostrar que siguen en pie en cada uno de sus países.
Hemos podido comprobar en las ciudades intermedias, hasta donde se desplazó el evento Panamericano, un nuevo aire de tranquilidad, paz y sosiego en la sociedad en general y ver con tanto entusiasmo a los competidores se convierte en un momento gratificante y enaltecedor que deja profunda huella y ratifica a todo Colombia como una potencia deportiva de primara calidad y dispuesta a ocupar los primeros lugares, no obstante, al cierre de la presente edición ocupaba el primer lugar en el cuadro de medallería.
Al mismo tiempo, el turismo se ha catapultado de una manera impresionante, el transporte público avanza en el servicio, el sector hotelero se encuentra muy bien posicionado, de tal manera que se siente la reactivación económica por los cuatro puntos cardinales de la capital vallecaucana y los municipios en donde se realizó esta justa deportiva.
La juventud definitivamente se tomó en serio esta competencia y de otro lado, se pudo generar empleo entre la población más joven, lo que permitió dar un nuevo aliento refrescante y sólido a la sociedad vallecaucana, para demostrar una vez más, que Cali es la capital deportiva por excelencia y podemos observar con sentido orgullo patrio, los amplios y funcionales escenarios en donde se realizaron los Juegos que marcan un hito en la historia y generan nuevos caminos por recorrer con alegría y vigorosa fuerza en el futuro.
Es oportuno agradecer los esfuerzos de los sectores público y privado por apoyar, promover y fortalecer, el espíritu deportivo en momentos cruciales del devenir regional y municipal, que tanto lo necesitan y ojalá este nuevo y exitoso impulso, se prolongue en el tiempo, donde todos unidos hacia los mismos objetivos de bienestar social y económico se conviertan en la paz anhelada desde hace muchísimos años.