La participación de la juventud en las pasadas elecciones fue una gran oportunidad para conocer sus intenciones políticas, capacidad de liderazgo, sentido de pertenencia y aspiraciones públicas.
Este hecho demuestra que el país ofrece espacios importantes para motivarlos en este sentido, luego de aprobarse hace ya cinco años la ley que los autoriza a ejercer su derecho de elegir y ser elegidos. Además, constituye una preparación para el futuro democrático, si se tiene en cuenta que los jóvenes de hoy serán los líderes del mañana, llamados a trazar las pautas del devenir político y económico del país.
Es necesario abrirles horizontes dentro de la actividad política, explicarles en qué consiste la democracia participativa y, esencialmente, no limitar su acción al ejercicio del voto, sino promover su participación activa en la toma de decisiones y en los proyectos de ley que impulsen el crecimiento y el desarrollo social de cada municipio y región.
Urge evitar el anquilosamiento de la democracia, sistema que nos rige desde hace varias décadas y que, pese a sus dificultades y a los dardos envenenados que hoy recibe, sigue siendo el mejor instrumento que tenemos.
Los resultados de la jornada reflejan una juventud con tendencia hacia los partidos tradicionales, aunque también evidencian un preocupante abstencionismo y un crecimiento apenas leve frente a las elecciones de hace cinco años, cuando se contabilizaron 1,2 millones de votos frente a los 1,5 millones actuales. Se destaca igualmente el aumento en la participación de partidos étnicos, procesos organizativos, ONG y organizaciones LGBTIQ+, que nada tienen en común con las estructuras políticas del pasado.
En cuanto a resultados, ocuparon los primeros lugares el Partido Liberal, con 147 mil votos; el Partido Conservador, con 98 mil; y el Centro Democrático, con 84 mil. Colombia Humana se ubicó en el noveno lugar, con 23 mil votos.
Este panorama parece indicar un giro de la juventud, que pasa de la izquierda hacia la derecha en apenas cuatro años, en medio de las dudas sembradas por el presidente Petro, quien ha puesto en entredicho el sistema electoral colombiano a través de la Registraduría Nacional. Dichas críticas contrastan con las declaraciones del registrador Hernán Penagos, quien aseguró que “este es el inicio de un ciclo electoral muy importante en Colombia y la Registraduría demostró todas y plenas capacidades para sacar adelante cualquier proceso electoral”, destacando la aplicación de nuevas tecnologías y la anticipada campaña educativa y publicitaria.
Los Consejos Municipales de Juventud deben convertirse en verdaderos espacios de incidencia, donde los jóvenes tengan voz y voto en las decisiones de sus territorios. Es indispensable que no sean escenarios controlados por las estructuras políticas tradicionales, sino plataformas abiertas que inspiren liderazgo, formación democrática y compromiso ciudadano, aportando así frescura al sistema participativo consagrado en la Carta Fundamental.
La participación política juvenil es esencial para renovar la democracia y garantizar que las decisiones públicas incluyan las perspectivas de quienes representan el presente y el futuro del país. Colombia necesita jóvenes que piensen, discutan y propongan, porque la democracia no se hereda: se aprende participando, sin necesidad de recurrir a bloqueos ni a protestas vandálicas.











