El pasado 20 de julio asistimos a la instalación del periodo legislativo del Congreso de la República para el cuatrienio 2022- 2025, un periodo que todos suponemos será diferente, pues llegan a las curules caras nuevas y otras que aunque trilladas en esas huestes, se han recubierto de una “renovación” que resulta poco creíble y con actuaciones tan puritanas que generan más risas que admiración y que a la postre resulta siendo más de lo mismo.
Sin duda el reto mayúsculo para la alianza nacional que el presidente Gustavo Petro ha logrado confeccionar dándole cabida a tirios y troyanos, es sacar en tiempo record la ambiciosa reforma al Estado en temas tan sensibles como el tributario, la salud y el sector agropecuario, reformas que se deberán coger con pinzas, pues una mala decisión rompería de tajo la confianza entre el electorado y el nuevo gobierno que apenas inicia su luna de miel.
Hoy la gran apuesta en los sectores políticos del país, es saber cuánto durará esa gran coalición y determinar si la misma está cimentada en un verdadero acuerdo programático o si por el contrario está pegada con la mermelada de siempre.
En las primeras de cambio es la actitud de algunos de los nuevos congresistas que parecen ser más amigos de los actos circenses que de los debates, condición que se hizo manifiesta durante la sesión de instalación donde una buena parte de ellos parecían sentirse en una plaza de mercado (respetando a quienes allí laboran) y no en el sagrado hemiciclo recinto de la democracia.
PD. No puedo dejar pasar esta columna sin expresar la alegría que me embarga al poder ser parte de los 47 años de EL TABLOIDE, una empresa periodística que bien podría ser modelo para el país, pues se ha sobrepuesto a todo y hoy lejos de lo que pronosticaban los profetas de los desastres, sigue firme y caminando por el sendero de la modernidad. Nada de esto sería posible sin la tenacidad de doña Nilsa, el alma y nervio de esta casa periodística donde todos nos sentimos en familia.