Dentro de las compras que se pueden realizar, es una de las que se debe repensar y esto por cuenta de la posible escasez prematura de los combustibles fósiles.
Cuando las personas piensan en la adquisición de un vehículo, suele estar primero el tema del confort o la distinción que le pueda dar la marca, pues para muchos, un automóvil sigue siendo un lujo, mientras que, para otras, en otros países, es simplemente una necesidad. Sin embargo, son muy pocos los que se detienen a meditar en los beneficios futuros que éste pueda causar.
Lo cierto es que mientras la compra del vehículo no sea para ponerlo a producir flujos de efectivo, siempre será una de las peores inversiones que alguien pueda ejecutar, ya que es un tipo de bien que solo produce gastos en muchos sentidos. Ahora bien, si a eso se le suma que queda menos de una década de petróleo para extraer en la mayor parte del mundo, pues mucho peor.
Las estimaciones de los expertos promedian el año 2030 como el año en el que el auto a gasolina va a morir por cuanto ya no habrá posibilidad de tanquearlo a bajo costo como sucede actualmente. Por lo tanto, solo queda la opción de la adquisición de vehículos híbridos o de otro tipo de sistema para su alimentación.
Sin duda alguna, llegó el momento de que se le dé la prelación al vehículo eléctrico, porque incluso el gas ya no ofrece garantía perpetua como sí lo hace la energía solar.
Hay que decirlo, aunque duela en el alma para los amantes del rugir de los motores en la calle, hay que decirle adiós a los motores a base de gasolina desde ahora, para luego no tener un activo fijo que luego solo se pueda vender como chatarra.