Discriminación por su color de piel, insultos y otras vejaciones hoy empiezan a ser parte de un pasado que quiere sepultar con la edición de su primer colección de poemas titulado «Con Piel de Azabache, una especie de catarsis libertaria».
Nació en el corregimiento de La Paila y desde muy niña llegó junto a su familia al municipio de Andalucía donde se quedó hasta hace 10 años cuando empacó su maleta y se trasladó a Tuluá en busca de mejores oportunidades, pero ante todo, en pos de conquistar un sueño.
Rompiendo barreras
El primer obstáculo que debió romper fue el planteado por su padre quien tras haberla matriculado en la escuela, justo el día en que iniciaría sus clases, le dijo que ya no iría y le soltó la lapidaria frase: “Las mujeres no están para estudiar sino para quedarse en la casa ayudando en sus oficios.
Esa sentencia le arrancó lágrimas pero a la vez fue el motor que la impulso a no renunciar y por el contrario, centró sus esfuerzos logrando las mejores calificaciones de su curso.
Al terminar la escuela fue su padre el que la inscribió para iniciar la secundaria y una vez más, como si se tratara de un de javu, volvió a escuchar la sentencia machista de su progenitor que la conminaba a quedarse en casa, pues el estudio no era cosa de mujeres.
Ese nuevo golpe le sacó de nuevo llanto, pero como lo hizo de niña y ya pisando la adolescencia, decidió que ese tropezón no la haría claudicar, se limpió las lágrimas y se las ingenió para estudiar hasta lograr culminar sus estudios recibiendo su grado en el Eleazar Libreros de Andalucía.
La vena poética
Ana Natividad Torres Córdoba tiene claro que su relación con las artes viene desde la cuna, pues desde muy niña descubrió su gusto por el baile y la danza, actividades que complementó con la poesía, la cual brotó con las primeras letras aprendidas.
«Cuando estaba en la escuela y aún en el colegio no salía a descanso y prefería quedarme escribiendo y por eso, según sus cuentas, tiene más de un millar de composiciones entre poemas, canciones, fábulas y ya tiene en preproducción una nueva novela con el nombre tentativo de «Un ángel entre las sombras».
Su primer hijo
Aunque esta vallecaucana es madres de dos mujeres y abuela de un niño, por estos días está de plácemes, pues dio a luz a su primogénito literario titulado Con Piel de Azabache, una selección de cincuenta de sus poemas que recoge los escritos de diferentes momentos de su vida.
De hecho, el nombre de su obra surgió de una ofensa que uno de los tantos jefes le lanzó un día cuando la llamó «negra azabache» y al investigar por el término descubrió que era una variedad de lignito, dura, compacta, de color negro y susceptible de pulimento, que se emplea como adorno en collares, pendientes, etcétera, y para hacer esculturas. «Ese hombre por ofenderme me hizo un favor», comenta la escritora radicada hace ya una década en Tuluá.
«Este es un libro que recoge una amalgama de sentimientos que pasan por muchos momentos vividos y que van desde la alegría y las lágrimas que he derramado pero que me han vuelto más fuerte», afirma la poeta paileña que a sus 55 años ostenta una vitalidad envidiable.
Un cómplice
«Nada de este momento habría sido posible sin el apoyo de personas como Jorge Adrián Rubio, con quien también decubrí mi faceta teatral hace varios años, pues el conoció mis escritos y me motivó a editar este libro hecho con las uñas, pero con mucha pasión», relata.
Añade que ella misma es la escritora, editora y quien le hace el telemercadeo, pues se imprime de acuerdo con los pedidos que le hagan.