GUADALAJARA DE Buga ha logrado en los últimos años consolidarse como un destino turístico en Colombia, pero esa predilección tiene que ver con la existencia en su territorio de la Basílica Menor del Señor de los Milagros.
Cómo nació
Según narran los cronistas que se han dedicado a darle vida a este santuario, epicentro de la fe católica en la región, la aparición de la imagen se atribuye a una indígena que estaba lavando la ropa en el río Guadalajara para poder comprar una nueva imagen de Jesucristo, producto del dinero obtenido con su trabajo. Un día, al ver que un vecino iba a ser enviado a prisión por una deuda que no había podido pagar, decidió cubrirla para que lo dejaran en libertad.

Tiempo después estando en el mismo río vio un elemento brillante que bajaba por el cauce. Era un crucifijo que llevó a su casa y puso en un altar. Al día siguiente, cuando se despertó, descubrió que la efigie había aumentado hasta llegar al tamaño actual (1,3 m sin cruz).
Después de estos sucesos, cuenta la crónica de 1819, el ranchito de la anciana se convirtió en un sitio de reunión y se le dio el nombre por el cual se le conoce desde hace siglos: “El Señor de los Milagros”
Un dato de interés
El 5 de octubre de 2006, un equipo de especialistas empleó cuatro tecnologías complementarias para analizar el artefacto: rayos X, rayos ultravioleta, pigmentos y análisis estratigráfico. Los análisis de la imagen certificaron su excelente estado de conservación tras varios siglos.
Un lugar de oración
Con la finalidad de darle realce e importancia a la divinidad se puso en marcha la construcción de un templo, cuyo diseño original fue realizado por el redentorista alemán Juan Bautista Stiehle, el mismo que tuvo a su cargo la construcción de la Catedral de Cuenca, Ecuador.
La primera piedra de la construcción fue bendecida por Juan Buenaventura Ortiz, el arzobispo de Popayán, acto en el cual participó el entonces presidente de los Estados Unidos de Colombia, Rafael Núñez.
La construcción del templo, demoró quince años y fue inaugurado el 2 de agosto de 1907, y el 23 de junio de 1937 el papa Pío XI le otorgó el título de basílica menor (por medio del cardenal Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, que luego se convertiría en el papa Pío XIII. La basílica tiene 33 metros de altura y 80 m de largo, y posee un reloj francés instalado el 18 de marzo de 1909.
Las rogativas
Uno de los espacios más importantes dentro de la fe católica en la región son las rogativas al Señor de los Milagros, una fiesta que se vive cada siete años y que reune a fieles provenientes de todas las regiones del país e incluso llegan del exterior para cumplir la cita anual.
Esta tradición, iniciada en 1948, permite que la imagen original del Señor de los Milagros salga de su camarín y recorra las calles de la ciudad, en un ambiente de fervor y piedad.
Feligreses de lujo
Desde hace 77 años las rogativas han contado con la asistencia de los presidentes de la república o sus delegaciones. Recientemente se recuerda la presencia del expresidente Alvaro Uribe Vélez y en el 2018 lo hizo Iván Duque Márquez que se declaró devoto.

Aunque no estuvo en las rogativas, el expresidente Juan Manuel Santos sí visitó en la basilíca en el año 2014, donde dio gracias a Dios por su reelección. «Vine a pedirle templanza» frente a los ataques que han realizado en los últimos días las Farc y el Eln contra la población civil. Le oré al Milagroso que me diera templanza para continuar este proceso de paz. Se requiere mucha fuerza y fe frente a esos actos irracionales», afirmó el mandatario en ese momento.
Huella imborrable
«Tenía 5 años Recuerdo la impresionante solemnidad conque se vivía la rogativa, cómo la gente respetaba, la devoción, el acompañamiento de delegaciones internacionales, la marcialidad del estamento militar y hasta sobrevuelos. A más de eso, esa procesión la vi desde los hombros de mi padre, el mejor balcón», escribió el bugueño Hector Peña al comentar una foto de las rogativas de 1955.