En su libro Sin fines de lucro, Martha Nussbaum sostiene que las humanidades han de cumplir un papel fundamental en la formación integral de los jóvenes de estos tiempos. Sin embargo, reporta que muchos expertos insisten en potenciar una educación para la rentabilidad, dado que, según ellos, si se activa el crecimiento económico, el componente social, el educativo, etc. crecerán de manera automática.
Nussbaum desvirtúa esta afirmación, con lo que ocurrió en Sudáfrica, país que se ubicó en puestos de vanguardia, en cuanto a progreso económico se refiere, cuando aún campeaba el apartheid. Ciertamente Sudáfrica se erigió como un territorio de gran riqueza, a pesar de las enormes desigualdades sociales impulsadas por el referido régimen. Cabe anotar que dicho país es la primera economía de África en la actualidad.
Nussbaum precisa que no objeta el estudio de las ciencias económicas, las que, sin duda, constituyen un soporte fundamental para impulsar el avance de los pueblos. Sin embargo, anota que el estudio de dicho campo, se ha de complementar con las humanidades, dado que esta fusión ha de estructurar el pretil requerido para formar jóvenes, no solo para el trabajo, sino también para la ciudadanía, y de manera especial para darle sentido a la vida.
De manera adicional, las humanidades han de aportar lo suyo para comprender los problemas del momento histórico que vivimos, tanto a nivel local como global, comprensión clave para entender lo que Nussbaum ha denominado formación de ciudadanos de mundo. Así las cosas, se trata de fomentar una educación que permita a los futuros ciudadanos, ya sea en su condición de votantes o de funcionarios incorporados a la administración pública, ser conscientes de los temas que se deben abordar para procurar la justicia y la equidad, como pilares esenciales que han de favorecer una democracia sostenible.