Se trata de los caracoles africanos, moluscos de gran tamaño que con su lentitud se pasean por todo el lugar.
Duberney Acosta Villada, habitante de este sector, le dijo a EL TABLOIDE que la invasión de estos animales se había registrado hace un tiempo atrás por lo que fue necesario hacer un control biológico y ahora que han aparecido de nuevo se requiere la visita de los funcionarios de Salud Municipal o la CVC o, en pocos días, el accionar de los invertebrados habrá dado cuenta de la vegetación.
“Lo que más preocupa es que en el sector hay niños y mascotas que por curiosidad pueden hacer contacto con los caracoles y según se dice son un riesgo para su integridad”, dijo Acosta Villada.
Las acciones a seguir
De acuerdo con la información que existe sobre el tema, el caracol gigante tiene origen en el Centro Oriente de África.
Según los expertos, es una amenaza para los seres humanos y animales domésticos por ser transmisor de parásitos que provienen de los roedores.
Para su control se hacen las siguientes recomendaciones: Con el uso de guantes, tapabocas y los pies cubiertos, recoger manualmente con bolsas los caracoles de todos los tamaños, incluso conchas vacías.
Sumergir los caracoles en un recipiente plástico, durante cinco horas, en una mezcla de agua con un poco de sal o cal, y verificar que queden completamente cubiertos.
Abrir un hueco en la tierra de 50 cm de profundidad, lejos de fuentes hídricas. Depositar los caracoles aplastándolos o triturándolos a medida que se entierran. Cubrirlos y agregar más cal 10 cm antes de tapar completamente.
Señalizar el lugar donde fueron enterrados y evitar que otros animales los desentierren. La zona no se podrá utilizar para siembra u otras actividades sino hasta 5 meses después.
Lavar muy bien las manos y brazos con abundante agua y jabón y desechar los elementos de protección utilizados durante la recolección.
Evite el contacto con la baba, especialmente con ojos, nariz, boca, heridas y no lo consuma.