Este sector, que hoy ocupa el espacio que otrora era la hacienda de la familia Guzmán, nació como un proyecto de vivienda de interés social presentado en 1994 por la firma de Ingeniería y Arquitectura G. Zetas Ltda y del mismo tomaron parte familias de policías, docentes y comunidad en general que se hicieron propietarios usando los subsidios de las Cajas de Compensación y/o ahorros particulares y con la financiación de la Corporación de Ahorro y Vivienda AHORRAMAS y posteriormente de la Corporación de Ahorro y Vivienda AV VILLAS. De eso ya han pasado treinta años.
Exigen atención
Aunque es una comunidad que en apariencia tiene todo solucionado en materia de servicios públicos, movilidad y otros aspectos, hoy padece un sin número de dificultades y sus líderes, tal como ocurre en la mayoría de sectores de la Villa Céspedes, se sienten abandonados por parte del gobierno local que responde a sus requerimientos con oficios llenos de buenas intenciones pero que no se traducen en realidad. Por eso Alba Marina Lozano, presidenta de la junta, dice con vehemencia que ya no quieren más papelitos sino realidades, pues el sector sufre hoy muchas falencias.

Diez años de espera
Para la dirigente comunitaria resulta indignante que lleven casi una década solicitándole a la alcaldía que se instale la cámara de seguridad que, inicialmente, funcionó en el Parque del sector y que es fundamental para garantizar la tranquilidad en esa zona y mucho más sí se tiene en cuenta que contiguo a la zona verde está la Casa de Justicia, una sede oficial que atiende infinidad de tulueños con todo tipo de problemáticas.

Así mismo, le llama la atención a la vocera comunal el hecho de que, a pesar de haber evidenciado y mostrado la necesidad de contar con vigilancia permanente en la zona, ni la policía ni el gobierno municipal han prestado atención a un tema tan delicado como el expendio y consumo de sustancias alucinógenas en un espacio público y mucho más que algunos lo hayan convertido en el lugar para la rienda suelta a sus desafueros sexuales. “Hay casos donde se ha llamado la policía porque hay parejas sosteniendo relaciones en las bancas del parque y nunca responden, un hecho que nos alarma y preocupa”, asegura Lozano.
El parque se envejeció
“Le hemos oficiado al Señor alcalde actual y a los pasados para que se intervenga el parque del barrio Marandúa que nació con el barrio y se nos instalen juegos biosaludables y adecúen el acceso para personas adultas mayores y en situación de discapacidad, pero hasta ahora la respuesta es nula” puntualiza la señora Lozano al tiempo que denuncia que los consumidores que están en situación de calle se han llevado parte del cerramiento del lugar sin que haya reacción alguna.

No hay dolientes
Pero sin duda, una de las mayores dificultades que afronta esta urbanización, ubicada entre los barrios Playas y San Pedro Claver, es la indolencia e indiferencia de sus habitantes, en buena medida porque Marandúa es un barrio que tiene el 70% de sus casas en alquiler, lo que hace compleja la actividad comunitaria, pues por ser población flotante poco le interesa la situación social del barrio.
Sin señales
A ese sin número de necesidades se suma la falta de señalización vial, la cual se ha solicitado de manera reiterada pero la respuesta sigue siendo la misma y todo se queda en estudios sobre papel.
“El llamado a la alcaldía es que se acoja lo que planteamos en el plan de desarrollo que se presentó atemperándonos a las normas y dentro de los plazos estipulados, o de lo contrario se convertirán en lo que algunos llaman saludos a la bandera” puntualizó.