En muchas ocasiones he escrito en este y otros espacios de opinión sobre la actualidad de las juntas de acción comunal y he cuestionado en ocasiones que han perdido su rumbo, que carecen del liderazgo de otrora y que ya no hay dirigentes como los de antaño.
Pero hoy podría decir que esa percepción ha ido cambiando en la medida en que adelanto para EL TABLOIDE el trabajo de campo de Calle Arriba Calle Abajo, una sección que se retomó en el 2024 y que ha tenido eco entre los lectores de este semanario.
Y digo que ha cambiado la percepción porque he encontrado un fenómeno y es que hoy hay un distanciamiento marcado entre los planes de gobierno de los alcaldes y los dignatarios y casi que sus peticiones, muchas de ellas consignadas en los planes de desarrollo comunales, son un saludo a la bandera. Hoy percibo a una acción comunal sola y a la deriva a la cual le ofrecen cada año una serie de capacitaciones, muchas de ellas repetición de la repetidora y que son usadas para justificar la inversión de un rubro presupuestal o para anotar en las metas alcanzadas que el gobierno sí trabaja de la mano con esos organismos.
Una prueba fehaciente de esta afirmación tiene que ver con los planes de desarrollo comunal que la mayoría de los barrios, veredas y corregimientos elaboraron y que contienen infinidad de peticiones, la mayoría de ellas no reflejadas en el plan de desarrollo municipal y que seguramente se quedarán plasmadas en el papel.
Sería interesante que los alcaldes cambiarán ese pensamiento y le devolvieran a la junta de acción comunal la importancia que se merecen empezando por dotarles de espacios dignos para que se encuentren en asamblea y que se ejecuten obras que la comunidad les exige y no las que de manera caprichosa el ejecutivo pone en marcha.
Hoy que se habla de presupuestos participativos, curiosamente las juntas de acción comunal son las que menos opción tienen de participar porque a lo mejor no están debidamente capacitados para entenderlo y percibo temor de muchos dirigentes el meterse con recursos provenientes de lo público, pues fácilmente se podrían ver encartados en investigaciones de los órganos de control.
Parte del cambio que el país necesita debe estar basado en gobiernos dialogantes y que le devuelvan a la acción comunal su razón de ser la misma que inspiró su creación hace ya varias décadas.