Claro que voté gustoso por Juan Manuel Santos y más que por su nombre pensando en la necesidad de avanzar en la construcción de una paz que fuese duradera.
También leí en muchos de sus apartes el acuerdo firmado en La Habana por el Gobierno Nacional con la guerrilla de las FARC, pero aún así no dejó de impactarme, incomodarme y generarme tristeza el escuchar al magistrado de la JEP cuando leía el sentido del fallo que sancionó al secretariado en pleno a ocho años de trabajos sociales, pero sin que perdieran sus derechos políticos y mucho menos reparando a sus víctimas.
Entiendo plenamente que ese fue el costo asumido a la hora de sentarse a negociar con la que era hasta ese momento la guerrilla más antigua del mundo y que alcanzó a ilusionarnos cuando días después de firmar el acuerdo se presentó un clima de tranquilidad, el campo volvió a sonreír e incluso varios territorios se convirtieron en punto de desarrollo turístico y crecimimiento empresarial.
Como ya nada se puede hacer pues lo escrito escrito está, creo necesario que sobre esa experiencia el gobierno que asuma después de Gustavo Petro tendrá que allanar caminos de diálogo sin que ello implique la pérdida de contundencia del estado a la hora de enfrentar a la nueva insurgencia y a las llamadas bandas criminales que se han apoderado de muchas zonas del país.
Un nuevo acuerdo de paz debe sí o sí tener a las víctimas en el centro de la discusión con reparación en tiempo real y con los victimarios teniendo claro que no podrán pagar su daño solamente cumpliendo con un manual de buenas intenciones y que algún costo deberán asumir por haber asesinado, secuestrado y descapitalizado por la extorsión a cientos de ciudadanos.
Puede sonar algo romántico pero sigo creyendo que solo la concertación y el diálogo pero sin dilaciones es el único camino para salir de la crisis que se desprende del conflicto armado.
PD. Esta columna va dedicada a la memoria de Luz Stella Arévalo, conocida en redes como Lucecita Franco, una guerrera de la vida quien me honró con su amistad. Ya no tengo corresponsal en Ceilán.