El féretro del pontífice fue llevado en procesión desde la capilla de la residencia Casa Santa Marta, donde falleció el pasado lunes de Pascua a los 88 años, tras sufrir un derrame cerebral e insuficiencia cardíaca. Su deceso se produjo pocas horas después de haber sido visto en público durante las celebraciones de Semana Santa, incluyendo una aparición durante el Domingo de Pascua en la Plaza de San Pedro.
La procesión, encabezada por el camarlengo Kevin Joseph Farrell —encargado de los arreglos funerarios y del próximo cónclave— recorrió lugares emblemáticos del Vaticano, como la plaza de Santa Marta, la plaza de los Protomártires Romanos y el Arco de las Campanas, antes de ingresar a la basílica por la puerta central.
El ataúd de Francisco fue colocado en el altar de la confesión, frente al altar mayor y sobre la tumba de San Pedro. En un gesto que refleja su deseo de simplificar los ritos papales, el pontífice eliminó la tradición de los tres ataúdes (ciprés, plomo y roble), y yace en un sencillo ataúd de madera abierta. A las 11:00 a.m. hora local, las puertas de la basílica se abrieron para permitir el ingreso de los fieles.
El Vaticano estima que decenas de miles de personas acudirán a despedirse del líder espiritual de más de 1.400 millones de católicos. Como referencia, el funeral del papa Benedicto XVI en 2023 congregó a cerca de 50.000 asistentes, mientras que el de Juan Pablo II en 2005 reunió a más de 300.000 personas.
Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia, será recordado por su compromiso con los más vulnerables, su mensaje de humildad y reformas, así como por su liderazgo en tiempos de transformación dentro del Vaticano y el mundo.