Este día celebra la victoria de Jesucristo sobre la muerte, tras su crucifixión el Viernes Santo, y simboliza la esperanza de vida eterna para todos los creyentes.
La celebración se fundamenta en los relatos contenidos en los cuatro evangelios canónicos —Mateo, Marcos, Lucas y Juan—, que narran el momento en que varias mujeres, entre ellas María Magdalena, visitaron el sepulcro de Jesús y lo encontraron vacío. Según las escrituras, un ángel les anunció que Cristo había resucitado, dando inicio a una serie de apariciones a sus discípulos, las cuales consolidan el mensaje central de la fe cristiana: la resurrección.
Durante la jornada, las iglesias católicas celebran una misa solemne donde el Cirio Pascual ocupa un lugar central. Esta vela encendida simboliza a Cristo resucitado y su luz, que vence la oscuridad del pecado y la muerte. En algunas regiones, se realiza también la tradicional procesión del encuentro, que representa simbólicamente el reencuentro entre Jesús resucitado y su madre, la Virgen María.
A lo largo del tiempo, el Domingo de Pascua ha adquirido expresiones culturales diversas. En países como Estados Unidos, se acostumbra ocultar huevos decorados para que los niños los encuentren, en una actividad conocida como la «búsqueda de huevos de Pascua», inspirada en la leyenda del conejo pascual. Esta costumbre, que mezcla raíces paganas y cristianas, representa la alegría del renacer y de la nueva vida que trae la Resurrección.
En sus orígenes, esta tradición tiene vínculos con costumbres del antiguo Egipto, donde los huevos decorados eran considerados un símbolo de vida. Más adelante, durante la Edad Media, los católicos dejaban de consumir huevos durante la Cuaresma, y al llegar la Pascua los compartían como signo de celebración. De allí derivan prácticas actuales como regalar huevos de chocolate.
Más allá de su dimensión cultural, el Domingo de Resurrección es para los fieles el recordatorio de que la muerte no es el final, sino el inicio de una vida nueva. Una jornada de gozo espiritual que reafirma la fe en la promesa de la salvación.