La crisis política se agravó con la muerte de Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, quien no sobrevivió a las graves quemaduras sufridas luego de que su residencia fuera incendiada.
as protestas estallaron el lunes después de que el gobierno ordenara el bloqueo de al menos 26 plataformas digitales, incluidas Facebook, YouTube, X y LinkedIn, bajo el argumento de que no se habían registrado ante las autoridades. La medida fue interpretada por la ciudadanía como un intento de censura y avivó el descontento popular contra la corrupción y la crisis económica.
La represión policial dejó 19 personas muertas y decenas de heridos, muchos de ellos con impactos de bala en la cabeza y el pecho, según denunció Amnistía Internacional. Pese al levantamiento de la prohibición a las redes sociales en la mañana del martes, la furia popular no disminuyó y las multitudes incendiaron edificios públicos y residencias de altos dirigentes políticos, incluidos el presidente Ram Chandra Poudel y el líder del Congreso Nepalí, Sher Bahadur Deuba.
En medio del caos, Oli, de 73 años, presentó su renuncia con un mensaje en el que aseguró que lo hacía “para dar pasos hacia una solución política y la resolución de los problemas”. Sin embargo, analistas locales advierten que el país himalayo enfrenta una crisis de gobernabilidad sin precedentes, marcada por la frustración de una población mayoritariamente joven, con altos niveles de desempleo y un PIB per cápita de apenas 1.447 dólares, según cifras del Banco Mundial.
Nepal, convertido en república federal en 2008 tras la abolición de la monarquía, revive ahora una ola de violencia que pone en jaque la estabilidad institucional y amenaza con profundizar la inestabilidad en la región.