Tuluá, la tierra de lo insólito, está llena de historias fantasmagóricas, algunas de ellas han venido de generación en generación y que se han acrecentado en el imaginario de una sociedad que las ha potenciado con el pasar de los años. Aquí algunas y que han sido publicadas en EL TABLOIDE.
La casa misteriosa
Se habla por ejemplo de la existencia, hasta hace poco, de una casa embrujada en la calle 26 con carrera 33ª, donde muchos aseguran se escuchaban ruidos, se caían las cosas y hasta las puertas se abrían sin acción de terceros. Es tal la fuerza de la historia que hay quienes aseguran que no fue posible venderla y terminó por ser demolida.
Fantasma en La Quinta
Algunos cuentan la historia de una mujer que solía abordar a conductores en cercanías al centro y pedía ser llevada al cementerio central en el barrio La Quinta y cuando la descargaban, casi que de inmediato, se desvanecía su imagen sin que hubiera una explicación clara a ese fenómeno.
Peligro en la curva
En la región, por ejemplo, se habla de la aparición de un fantasma, al parecer, una mujer en la llamada Curva de Las Feas, en los límites de Andalucía con Tuluá y muchos atribuyen esa aparición a los constantes accidentes que se presentan con varias víctimas mortales. Quienes aseguran haberla visto la describen como una dama joven, voluptuosa y mirada profunda, y no falta el que asegura haberla subida al vehículo.
Fantasma en Las Mariposas
Recientemente, también ha tomado fuerza la versión de la aparición de una fuerza extraña en el llamado puente Las Mariposas que precipita los carros al vacío. Un médico relató hace poco que se movilizaba en su vehículo cuando sintió como si un imán lo halara al vacío y un frío lo envolvió, pero, por fortuna solo fue el susto.
La monja y el taxista
Era el año 1994 y en Colombia había un fervor por la Selección Patria que se alistaba para disputar el mundial de USA, donde los integrantes del combinado nacional eran amplios favoritos para quedarse con el título.
En medio de ese fervor apareció en Tuluá una historia que hablaba del caso de un taxista que habría recogido a una religiosa que portaba sus hábitos y quien pidió ser llevada a la funeraria en el barrio Alvernia. Ya en el lugar la monja le dijo al conductor que la esperara, pero esa espera se alargó por lo que el taxista decidió bajarse para buscarla y al preguntar le indicaron no haberla visto. Para su sorpresa, al dirigirse al féretro se percató que la mujer que había transportado estaba dentro de la caja mortuoria.
Esta historia, que en realidad fue contada por una señora en la redacción del noticiero que en esa época se emitía por Caracol Radio Tuluá, se esparció tan rápido que se volvió la comidilla en todos los sitios y cada cual le agregaba un pedacito. Por esas calendas fungía como alcalde de Tuluá el escritor Gustavo Álvarez Gardeázabal, quien fue llamado por el noticiero de la competencia y donde prácticamente le solicitaron desmentir la versión que estaba rondando, pero el autor de Cóndores no Entierran Todos los Días lanzó una frase lapidaria al manifestar: “Mis novelas yo las he escrito con base en la imaginación de mi pueblo, mal haría en cortar ese relato lleno de magia».
Y aunque por todos los medios se intentó desvirtuarla, la historia de la monja prevalece hoy y quien la cuenta le agrega algo quizá para hacerla inmortal.
Un diablo bailarín
Años después de la historia de la monja apareció una igual de fantástica y hablaba de la aparición de un exótico bailarín en la discoteca El Gato con Botas. Sus pasos y movimientos, cargados de sensualidad, atraparon a las mujeres que estaban en la pista que parecían atraídas por un imán y cuando la fiesta estaba en su punto más alto, una de las asistentes aseguró que el bailarín que las tenía encantadas empezó a transformarse y en un instante el escenario se impregnó con un olor a azufre que causó pánico y muchos optaron por salir raudos del lugar. Los que estaban esa noche en el sitio de diversión dan fe de lo sucedido, pero pocos le dan credibilidad al relato.
Las dos rubias
Transcurría el 2005 y un lunes empezó a tomar forma una historia que muchos aseguraban se había registrado en la Vereda de Cienegueta. El protagonista era un hombre desdentado que llegó a las urgencias del hospital Tomás Uribe Uribe contando una historia que de entrada pocos creyeron. Según este personaje, dos mujeres rubias y voluptuosas lo habían convocado para una faena sexual y en medio del fragor le habrían desprendido de un mordisco su asta viril. La versión de ese hombre duró poco, pues luego los exámenes de rigor se pudieron comprobar que no fueron dos rubias sino un perro el que habría arrancado parte de su zona genital. De ese hombre nunca se volvió a saber nada, pues por pena se habría escondido en otra ciudad.