Iniciamos el miércoles anterior, con la imposición de la ceniza, el tiempo de la cuaresma que nos prepara para celebrar espiritualmente el misterio de la pasión muerte y resurrección de Cristo en la próxima Semana Santa.
Seguramente hemos vivido muchas cuaresmas, muchas imposiciones de ceniza, y valdría la pena preguntarnos ¿para qué nos han servido? ¿De verdad hemos aprovechado este tiempo para acercarnos a Dios? Pues bien, varios son los elementos que tienen que marcar en nuestra vida cristiana y de fe, este tiempo de cuaresma.
En primer lugar, es un tiempo de arrepentimiento. Hemos de reconocer que todos somos pecadores y que, así mismo, tenemos un Dios que, a través del sacramento de la reconciliación, ofrecido por el ministerio sacerdotal, nos permite el perdón de nuestros pecados. Esa reconciliación con Dios nos permite, además, en este tiempo del jubileo alcanzar la indulgencia ofrecida por el Papa Francisco.
En segundo lugar, es un tiempo de oración. Cada vez necesitamos más de la presencia de Dios en nuestros días, por eso, orar constantemente no solo nos permite acercarnos a Dios, sino que también recibimos de él toda una serie de gracias y bendiciones.
Además, con el tiempo de cuaresma se inicia la campaña de comunicación cristiana de bienes, organizada desde hace muchos años por la Conferencia Episcopal Colombiana, en la cual se nos invita a que ofrezcamos nuestra ayuda a los más necesitados. Dicha ayuda se canaliza a través de la Diócesis y de la Conferencia Episcopal para ayudar a quienes por diversas tragedias de la naturaleza o de la violencia, requieren de nuestra solidaridad.
Este tiempo de cuaresma 2025 no puede ser el mismo de años pasados, lo ideal sería que nos permitiera un cambio radical en nuestra vida y que de una vez por todas nos acerquemos a Dios de verdad en el amor a él, con una vida de fe plena y el amor al prójimo en la solidaridad fraterna y en la fortaleza de la vida familiar.