El comportamiento de las personas suele modularse en sociedad, pero esto no debería ser así, pues lo que se hace en casa es altamente probable que, de forma inconsciente, se repita en público.
Aunque son muchas las normas, evitar a toda costa hablar con la boca llena es la máxima de la etiqueta, pero al parecer a mucha gente se le ha olvidado y cada día más personas hacen lo contrario en el afán de responder a una pregunta de su interlocutor. Se debe tener en cuenta que no hay prisa y, en contraste, tomarse el tiempo para contestar una vez ingerido el alimento, puede beneficiar por mucho el buen ambiente y la calidad de la conversación. Quienes suelen responder de forma espontánea, aun cuando ubiquen una mano por delante de sus labios, por un lado, corren el riesgo de atorarse y, por el otro, causar un altercado al decir algo imprudente.
Por lo anterior, conviene practicar en el seno del hogar, siempre y sin descanso, las buenas costumbres que le permiten a quienes las practican, no solo ser los agradables invitados de un almuerzo o una cena entre amigos, sino también, ser más empáticos a la hora de atender una cita de negocios en un lujoso restaurante o generar una mayor atracción en un plan de conquista.
La paciencia para cumplir las normas es una virtud que siempre deja una buena impresión tanto para escribir como para comer.
En ese sentido, ser prolijo al alimentarse sirve para evitar ruidos innecesarios con los cubiertos contra la vajilla, es útil para cerciorarse de que la bebida esté en su punto para tomar sin sorber, e incluso para soslayar la posibilidad de romper una pieza de una costosa y exclusiva colección.