La psiquiatra Elisabeth Kübler Ross dijo: «las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades.
Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad, y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada».
Así se acercan al mundo los protagonistas del documental Todo lo que respira, Nadeem Shehzad, Mohammad Saud y Salik Rehman; son hermanos y viven en Nueva Delhi, dedican la mayor parte de sus vidas a rescatar e intentar sanar aves heridas o afectadas por la contaminación, especialmente el milano negro. Ellos vieron un problema sin solución cercana, entonces la crearon.
En otra ocasión, Nadeem reflexiona: «Delhi es una gran herida, y nosotros una pequeña cura»; el reconocimiento de la insignificancia contrasta con la decisión de continuar: llevan 20 años realizando esta labor.
Poseen una relación sensorial con los otros seres vivos, lo cual los lleva a entender cosas como que los milanos usaban los cigarros para repeler bacterias, y reconocen cuál es su canto antes de un ataque. Su relación con todo lo que respira viene del respeto por los animales sagrados que les inculcó su mamá; en una escena donde Nadeem y Mohammad visitan su tumba, la voz off de Nadeem cuenta:
“Llegamos a los animales y a la ciencia a través de las fábulas de nuestra difunta madre. El gato santo, el santuario del buitre, espíritus que aparecieron en forma de serpientes e insectos. Uno no debería diferenciar entre todo lo que vive. Árboles, hongos o vegetación, mundo natural y sobrenatural, se mezclaron para ella. Durante su quimioterapia, ella había guardado el cabello que se le cayó en un periódico. Le diré a Nannu (su esposa) que entierre el cabello conmigo junto con la pluma del último milano que cuidé”.