El campo colombiano sigue teñido de sangre. Hace un poco más de 200 años en esos mismos campos se derramó sangre pero con un propósito, el de lograr la independencia ante la corona española.
Dos siglos después el baño de sangre no se detiene y las víctimas siguen cayendo una tras otra. En el siglo XIX, después de la gesta emancipadora, sobrevinieron una serie de conflictos en el país, conflictos que acentuaron las diferencias ideológicas (políticas) de la época y que dejaron al descubierto las brechas que empezaban a abrirse en la sociedad colombiana.
Llegó el siglo XX y consigo trajo la que se denominó ‘Guerra de los Mil Días’, que fue considerada históricamente como la mayor guerra civil de la historia de Colombia. El país quedó devastado en todos sus ámbitos, tanto, que Panamá se separó en 1903.
Luego hubo otra serie de conflictos, que con el tiempo tampoco cesaron, y fue caldo de cultivo que dieron origen luego a la llamada ‘época de la violencia’, a mediados del siglo pasado. Desde esa época hasta la actualidad, rara vez el campo colombiano ha estado libre de violencias de todo tipo.
Y esas violencias, infortunadamente, se han perpetuado pese a esfuerzos, equivocados o no, de acabar con el conflicto. En el caso del centro del departamento, las muertes de líderes y de agricultores habitantes de la zona, se han incrementado y esto no pareciera tener resonancia e importancia en las altas esferas nacionales y regionales.
Pero ni siquiera en nuestros propios municipios esos hechos dejan de ser solo una noticia, una de las tantas que en ese sentido se publican. A pesar de esa difícil situación, un buen número de nuestros campesinos resisten, siguen con su trabajo diario, sacándole el mejor provecho a la tierra, resistiéndose de manera estoica a abandonar sus parcelas.
Ellos, nuestros campesinos, están en medio de dos fuegos y en algunas regiones, hasta de tres. Siempre lo han estado.
A ellos es a quienes se señala y se estigmatiza no en pocos casos. Desde algunos círculos se les mira sospechosamente, se les atribuye que son ‘colaboradores’, que están del lado de grupos al margen de la ley.
Sin embargo, ellos simplemente trabajan y tratan de sobrevivir en medio de las difíciles circunstancias que siempre los han rodeado. Cuando lo único que saben hacer es poner a producir la tierra para beneficio de todos.