Es bien sabido que todos los vehículos requieren mantenimiento periódico para garantizar su durabilidad y buen funcionamiento, lo cual también representa un mejor costo-beneficio para sus propietarios.
Sin embargo, en las calles de Tuluá, Buga y municipios vecinos, es cada vez más común ver taxis en condiciones lamentables: pintura deteriorada, latas abolladas, ruidos extraños al andar, puertas desajustadas que no cierran correctamente —incluida la tapa del baúl— y, en muchos casos, sin las luces necesarias para transitar de noche.
Esta situación se agrava en los turnos nocturnos, donde es más evidente el deterioro del servicio. Muchos vehículos operan en peores condiciones, y además suelen ser conducidos por personas ocasionales, sin la experiencia ni el compromiso de un conductor habitual. Esto no solo afecta la calidad del servicio, sino también la seguridad de los usuarios.
A esto se suma el abuso de algunos conductores: cobran tarifas excesivas, llevan una presentación personal poco adecuada (como conducir en camiseta esqueleto y en pantalones cortos), imponen su música a alto volumen, y no ofrecen ningún tipo de ayuda a los pasajeros. Es común ver cómo no asisten a adultos mayores, madres con niños o personas con paquetes. Esa falta de cortesía afecta la percepción del servicio.
Es urgente que las revisiones tecnomecánicas sean más rigurosas. No se deben pasar por alto fallas “menores”, ya que todo el vehículo debe estar en óptimas condiciones para garantizar la seguridad del usuario. Además, el mantenimiento debe ser constante. El servicio público, por ser precisamente eso, público, debería ser ejemplo de calidad, seguridad y buena atención.
Un vehículo en buen estado genera confianza y prestigio, tanto entre los residentes como entre los visitantes. Por eso, las autoridades de tránsito no deben limitarse a sancionar infracciones, sino también hacer recomendaciones y seguimientos preventivos.
Sería conveniente implementar incentivos para renovar el parque automotor: facilitar acceso a modelos más nuevos, establecer programas de mantenimiento obligatorio, ofrecer opciones de financiamiento, y reforzar la supervisión para garantizar un servicio seguro y digno.
Mejorar la presentación y funcionamiento de los taxis también podría ser una respuesta efectiva a la competencia informal de mototaxistas y taxis piratas, elevando el estándar del servicio en general.
Reiteramos la urgencia de realizar revisiones tecnomecánicas frecuentes: revisar llantas, frenos, chasis, luces y demás componentes que garanticen un desplazamiento seguro, especialmente en horario nocturno.
Para lograr estos objetivos, es imprescindible la colaboración entre empresarios del transporte, propietarios, conductores y el gobierno municipal. Solo con una visión colectiva y compromiso compartido podremos mejorar el servicio público de taxis en beneficio de toda la comunidad.
¿O será que ya no es rentable tener un taxi? ¿Será mejor invertir en motos para el transporte público?