Promover el deporte en la juventud es fundamental para lograr un crecimiento integral sano y fomentar la construcción de la sociedad del futuro, pues genera hábitos propositivos con responsabilidad, solidaridad, fraternidad, trabajo colectivo y sentido de pertenencia por la ciudad y el país.
Por estas razones es lamentable el quinto lugar de Tuluá en la edición 24 de los Juegos Departamentales en Palmira, superada por Cali, Palmira, Yumbo y Buga. El resultado refleja el poco apoyo del gobierno municipal, enredado en la transformación hacia una Secretaría del Deporte que aún no termina, y que redujo recursos incluso para la dotación de uniformes, ausentes en el desfile inaugural. Nunca en años recientes habíamos obtenido un puesto tan bajo, lo que evidencia la falta de procesos de entrenamiento que fortalecen no solo la salud física, sino también el bienestar mental y social.
Sin embargo, en medio de este panorama, es justo reconocer y felicitar a los deportistas tulueños que, con esfuerzo y entrega personal, brillaron y se destacaron en sus disciplinas, demostrando que el talento y la pasión por representar a su municipio pueden sobreponerse a las limitaciones. Ellos son la prueba viva de que, con el respaldo adecuado, Tuluá podría recuperar el protagonismo que históricamente tuvo en estas justas.
El deporte es esencial en la formación de la juventud: enseña a trabajar en equipo, colaborar y unificar criterios para objetivos comunes. Además, inculca valores como respeto, solidaridad, disciplina y responsabilidad, tan necesarios hoy para lograr la convivencia pacífica. No es posible que la carga siga en manos de las familias, cuando se sabe que el deporte facilita la interacción, la amistad y la integración social.
Tuluá siempre se destacó en los Juegos Departamentales, gracias al apoyo de gobiernos locales que ofrecían premios, recursos, vivienda y becas, incentivando desde la escuela. Este quinto lugar no debe repetirse: debe motivar a reorientar la mentalidad oficial para recuperar los tiempos de éxito que impulsaron el desarrollo social y económico.
En cuerpo sano hay mente sana. Apoyar a los deportistas es apostar por una sociedad más justa y pacífica, especialmente en un municipio como el nuestro, marcado por conflictos aún sin resolver.
El reto ahora es no dejar que este resultado pase inadvertido. La experiencia de Palmira debe convertirse en un punto de quiebre para replantear la política deportiva local.
Si el municipio realmente quiere proyectar un futuro con jóvenes alejados de la violencia y las drogas, debe empezar por ofrecer escenarios adecuados, entrenadores capacitados y programas constantes de formación. El deporte no es un gasto, es una inversión social.
Otro aspecto clave es la recuperación y mantenimiento de los escenarios deportivos. No se puede aspirar a tener campeones si los jóvenes no cuentan con canchas, coliseos, piscinas y espacios en condiciones dignas para entrenar. La infraestructura deportiva es la base sobre la cual florece el talento, y su deterioro o abandono solo contribuye al desánimo de quienes desean practicar una disciplina.