La reñida carrera entre la vicepresidenta demócrata y el expresidente republicano está a punto de finalizar, pero se ignora si se tardará horas o días en conocer quién ganó.
No hay favorito. Están empatados en las encuestas en los siete estados en los que se decidirá el vencedor: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada. El resto suelen dividirse entre los tradicionalmente demócratas o republicanos.
Votantes hacían fila antes del amanecer en algunos colegios electorales de la costa este, los primeros en abrir. Más de 82 millones de electores, ya votaron anticipadamente.
¿Quién va a ganar las elecciones de Estados Unidos?
“Estamos muy divididos, ella está a favor de la paz y todo lo que dice su oponente es muy negativo”, declaró a la AFP Marchelle Beason, de 46 años, en Erie, una ciudad de Pensilvania.
Pero para Darlene Taylor, de 56 años, lo principal es “cerrar la frontera” con México para cortar el paso de los migrantes, la gran promesa de Trump.
Gane quien gane, el resultado será histórico. Él obtendría el segundo mandato no consecutivo de un presidente desde 1893 y ella, negra y de ascendencia surasiática, se convertiría en la primera mujer en el cargo más importante de la nación.
La demócrata y el republicano subrayaron sus diferencias hasta los últimos minutos de campaña.
“Tenemos una oportunidad en estas elecciones de finalmente pasar página a una década de política guiada por el miedo y la división. Estamos hartos”, dijo Harris en Pensilvania, donde insistió en que “cada voto cuenta”.
Con un programa electoral vago, pero centrista para intentar captar a los republicanos moderados, Harris propone firmeza frente a la inmigración ilegal, mejoras para la clase media y la defensa del derecho al aborto.
Trump, candidato a la Casa Blanca por tercera vez, prometió en Míchigan “arreglar todos y cada uno de los problemas” y llevar a Estados Unidos y “al mundo a nuevas cimas de gloria”, una “edad de oro”.
Cómo se preparan en Estados Unidos por los resultados de las elecciones
Lo que sucederá a continuación es una incógnita. Ambos bandos han emprendido decenas de acciones legales.
Dos de cada tres estadounidenses temen un estallido de violencia poselectoral. Algunos colegios electorales se han convertido en fortalezas, vigilados por drones y con francotiradores en los tejados.
Los funcionarios electorales están entrenados para atrincherarse en una habitación o utilizar una manguera contraincendios.
En Washington, la capital federal, las barreras metálicas rodean la Casa Blanca y el Capitolio.
Un número impresionante de comercios han protegido sus escaparates con tablones de madera. Las imágenes del 6 de enero de 2021, cuando simpatizantes de Trump atacaron la sede del Congreso estadounidense, siguen en mente de todos.
Nada indica que se vaya a repetir, pero el republicano, que no piensa presentarse a las elecciones de 2028, ya acusa a los demócratas de “hacer trampas”.