Desde el momento en que ocurrió el atentado sicarial que nunca debió ocurrir contra Miguel Uribe Turbay, todos los candidatos de la derecha a la presidencia corrieron a la clínica donde fue atendido a sacarle redito electoral al insuceso, del cual no dudaron en culpar directa o indirectamente al presidente Petro sin ninguna prueba al respecto y bajo los reflectores descarados de los medios corporativos de comunicación, pues lo que indican las investigaciones de la Fiscalía General es que pudieron haber sido las disidencias de las FARC.
Con la posterior y lamentable muerte del congresista uribista han pretendido emular en grotesco acto proselitista lo que alguna vez pasó con Luis Carlos Galán quien sí logró ser un líder de masas. Hasta los familiares jugaron con el debido duelo instrumentalizándolo al punto que impidieron que el gobierno nacional hiciera presencia y lanzando arengas desafinadas de cara a las presidenciales de 2026.
Que hay que desescalar el lenguaje no hay duda alguna, y por ello el presidente bajó el suyo respecto del atentado, y varios congresistas del Pacto Histórico deberían ofrecer disculpas por haber puesto entredicho el actuar de la clínica que atendió a Uribe Turbay, pero no ayuda para nada que el ex presidente Álvaro Uribe Vélez haya mandado un mensaje cual si no estuviera condenado penalmente, en el que revictimizó a las victimas de los más de 6000 asesinatos contra el partido Unión Patriótica, ni que sus seguidores llamen a “destripar” (Abelardo De la Espriella) a “la plaga” (Alejandra Azcárate) que es ¨la mierda¨ (Felipe Zuleta Lleras) de la izquierda en el país.
Lo que han pretendido los terroristas es incendiar el país para vender miedo y que les compren seguridad, como siempre han acostumbrado a hacer.