El menor fue entregado a una comisión humanitaria y, según las autoridades, se encuentra en buen estado de salud.
El secuestro ocurrió el pasado 3 de mayo, cuando cinco hombres fuertemente armados irrumpieron en una casa campestre del corregimiento de Potrerito, donde Lyan compartía con su familia. Cámaras de seguridad captaron el momento en que los criminales intimidaron al personal del hogar y se llevaron al niño rumbo a la zona alta del municipio.
El caso generó una oleada de rechazo nacional. La madre del menor, Angie Bonilla, rompió el silencio días antes de la liberación, describiendo el secuestro como una experiencia devastadora. “Esto es la muerte en vida. No sé en qué condiciones está mi hijo. Solo pido misericordia”, expresó entre lágrimas. Además, reveló que Lyan padece una condición médica que podría agravarse sin atención oportuna.
La liberación representa un alivio para una familia que vivió días de profunda incertidumbre, así como un llamado urgente a proteger a la infancia del flagelo del secuestro, aún presente en regiones del país donde persisten actores armados ilegales.
Las autoridades mantienen las investigaciones para dar con los responsables del crimen, mientras sectores sociales y políticos exigen que hechos como este no se repitan.