Una sensación de aburrimiento se cierne sobre el país cuando se aprecia todo un presidente de la república siempre dispuesto para la confrontación, la pelea y los enfrentamientos contra todos los que contradicen sus puntos de vista y enrarece aún más el clima de tensión entre las clases sociales que vierten su resentimiento a brazo partido, promoviendo el espíritu de venganza, más que el de la solidaridad y la convivencia pacífica.
Ahora, a raíz de la negativa del Congreso ante su propuesta de reforma laboral, reitera su intención de adelantar una consulta popular que, a primera vista, parecería lo más conveniente, puesto que es muy bien recibido pensar en trabajar menos horas y recibir mejores recursos económicos.
Sin embargo, la propuesta no tiene asidero real de acuerdo a las escasas finanzas públicas, cuando la Dirección Nacional de Impuestos no recauda lo suficiente para cubrir los gastos de la nación y sus proyectos de gobierno, cuando vemos que el 99% de las empresas son micro, medianas y pequeñas, que se obligarían a despedir a sus trabajadores y aún más a cerrarlas, por no poder cumplir con los costos laborales que propone la reforma.
De otra parte, es inconveniente adelantar una consulta en un mismo año si se pretende juntarla con otros comicios, aumentando muchísimo más el valor del evento, ya que la sola idea presidencial le costaría al gobierno la bobadita de 700 mil millones de pesos, que si miramos el espectro fiscal, se convierte en un despropósito que recortaría otros presupuestos dirigidos a sustentar varios proyectos sociales.
Al mismo tiempo, llamar a la población a tomar una decisión ya debidamente negada por sus representantes legítimos, como son los congresistas en su mayoría, aumenta considerablemente la polarización del país, y agrava los problemas sin resolver, como el de la salud, ahora en medio de una crisis profunda; también el orden público se encuentra en su más alto momento quebrantado, basta mirar solamente a los departamentos del Cauca, Norte de Santander, Antioquia, Chocó y recientemente el puerto de Buenaventura, en donde los grupos violentos siembran el terror sin contemplación alguna.
Además, todavía se desconoce, cuáles serán las preguntas señaladas para la respuesta del pueblo, con la íntima duda de su direccionamiento y posible entendimiento de la gente, que no ha recibido ninguna clase de información pedagógica al respecto, pero se encuentra en la más grave incertidumbre de los últimos tiempos, cuando no se avizora nada claro en el panorama político y económico, mientras surgen los nuevos candidatos a la presidencia para las próximas elecciones y así confunden al máximo la opinión pública, porque en su mayoría, por lo regular, hacen propuestas que tampoco se cumplirían.
El fracaso de la consulta popular se ve venir como una gigantesca bola de nieve que crece en la medida que pasan los meses y los días para la fecha señalada, en donde nadie sabe qué se espera, en un gobierno destacado por sus propuestas soñadoras, irrelevantes e imposibles.
Nunca se había visto tantos cambios en un equipo de gobierno, como si quisiéramos volver a la “Patria Boba”.