Tristemente, ese anuncio se quedó solo en eso, pues aunque las obras arrancaron en el 2017, se quedaron paralizadas y todo lo que se avanzó deberá ser demolido porque la firma contratista que asumió la construcción cometió errores que resultan graves.
CIFRA: Tres mil quinientos millones de pesos se asignaron para una obra consumida por el óxido y la maleza.
Una visita adelantada por el equipo periodístico de EL TA-BLOIDE permitió evidenciar cómo una obra que se concibió para mejorar la capacidad del colegio, está convertida en lo que de manera coloquial se conoce como un elefante blanco.
En pie se observan las columnas fundidas y el hierro que ayudaría al sostenimiento de la losa corroído por el óxido.
Además del triste espectáculo que demuestra el despilfarro de los recursos públicos, los vestigios de la incipiente edificación están enmalezados y, según afirman los propios estudiantes, de allí han visto salir culebras, ratas y caracoles africanos, los cuales han generado más de un susto a los niños y jóvenes que cursan los estudios en el plantel.
¿Qué pasó?
«Mal de muchos, consuelo de tontos» dicen por ahí, pues la situación del Industrial no es exclusiva de Tuluá, porque según los hallazgos de la Contraloría General de la Nación, de los 541 proyectos priorizados por el FFIE, 311 son objeto de investigación dentro de un proceso de responsabilidad fiscal emprendido por la entidad y que involucra a cerca de 60 personas.
El informe del ente de control indica que con los recursos calculados en el detrimento patrimonial, se podrían financiar por lo menos 123 colegios de 24 aulas, es decir, cada colegio costaría $4.502 millones.
y cada sede podría contar con biblioteca, laboratorio de física y química, laboratorios de multimedia y bilingüismo, escenarios para presentaciones artísticas y zonas deportivas, que equivalen a un total de 2.952 aulas de clase nuevas, para atender 118.080 estudiantes.
En el caso puntual de la tradicional institución tulueña, los ingenieros responsables de la obra cometieron errores crasos como por ejemplo haber fundido cimientos y muros en una zona que se considera en alto riesgo por su proximidad con el río Morales.
Antonio Rave, rector del plantel educativo, precisó que la parálisis de las obras se ha convertido en un dolor de cabeza que, incluso, no les ha permitido avanzar en el mejoramiento físico de la sede.
«Cuando se diseñó esta obra se incluyó dentro de las obras el mejoramiento de los espacios contiguos al nuevo bloque y por esa razón ahora estamos maniatados, pues no la podemos intervenir», dijo Rave en su diálogo con EL TABLOIDE.

Agregó que con el ánimo de facilitar el trabajo a los contratistas, se les facilitaron varios espacios, entre ellos el bicicletero que se convirtió en bodega, pero lo destruyeron y ahora les tocó improvisar un nuevo lugar.
«Hoy no tenemos certeza qué va pasar, pues dicen que deben demolerlo todo y nuestra mayor preocupación es que se tiren por la alcantarilla más de tres mil millones de pesos que se asignaron para una obra que hoy es un monumento a la corrupción», puntualizó.




