Conmemorar los días internacionales de la niña y de la eliminación de la violencia contra la mujer es bastante complejo en un mundo que promueve la cosificación de la mujer, estándares de belleza y reinados donde ponen a competir el físico de las mujeres a partir de lineamientos y parámetros inventados por quienes han ostentado el poder y la autoridad predominante en la sociedad, los hombres. Y qué pena con mis lectores masculinos por el comentario anterior, pero no podemos negar ni tapar años de historia de la humanidad.
El altercado que hubo la semana pasada entre el director de Miss Universo Tailandia y la representante mexicana es el claro ejemplo del “maltrato disfrazado de autoridad, un reflejo de un sistema que no ha terminado de entender que las mujeres no están ahí para ser obedientes, sino para ser escuchadas”, lo dijo un usuario en su cuenta X (twitter).
En Oaxaca – México crearon una ley que prohíbe que el Estado destine recursos públicos en los certámenes de belleza por la violencia simbólica, definiéndola así: “La expresión, emisión o difusión por cualquier medio, ya sea en el ámbito público o privado, de mensajes, patrones, estereotipos, signos, valores icónicos e ideas que transmiten, reproducen, justifican o naturalizan la subordinación, desigualdad, discriminación y violencia contra las mujeres en la sociedad”.
La era digital, el furor de las redes sociales, la conectividad y la internet han hecho que dichos estándares de belleza desarrollen trastornos en niñas, adolescentes y mujeres, como el trastorno dismórfico corporal que hace que las personas se preocupen excesivamente por una característica física de cualquier parte del cuerpo y no lo perciban como en realidad es, exagerando sus rasgos, “defectos” e “imperfecciones”. Mirarse al espejo repetidamente, cubrirse con ropa o maquillaje y evitar las situaciones sociales son algunos de los síntomas de este trastorno.
Tenemos muchos retos en la conmemoración de estos días, los certámenes tienen que replantearse, pues no representan a la mujer de hoy que no quiere ser juzgada en función de su aspecto ni de estereotipos de belleza.









