Hoy la sociedad entera está experimentando cambios muy profundos y los paradigmas dominantes naturalistas son esenciales para la conservación de la vida en general. Sin embargo, mientras la indolente productividad de las más grandes transnacionales tenga mayor poder económico, en algunos casos, que los mismos Estados, será una tarea dura de llevar a cabo; y es allí donde es importante ponerse en sintonía con los ideales de la sociedad actual. Es preciso decirlo porque mientras haya, por ejemplo, demanda desbordada de derivados del petróleo, éste nunca dejará de ser extraído, sin importar el costo ambiental que ello supone holísticamente hablando.
La población en general, exige cambios estructurales profundos, sistemáticos, y reales, en los que se dé fin a las praxis de medidas extractivas como el fracking. Pero se olvidan que no es simplemente marchando por la conservación de la naturaleza que se logra ese anhelado cambio. Es indispensable también cambiar la costumbre de consumo de aquello que nos está matando, literalmente, por algo que nos eleve, ética y moralmente hablando, como sociedad ante los hijos del mañana.
Hoy las personas deberían exigir no solo la comercialización de vehículos eléctricos de alta calidad, totalmente amigables con el medio ambiente, sino que además debería atreverse a pedir incluso la posibilidad de subsidiarlos tal como se hace con las viviendas, a un costo razonable para todos; de tal manera que la mayor parte de los vehículos que funcionan con combustibles fósiles puedan ser reemplazados en el corto plazo; evitando así una transición lenta que quizá jamás llegue a su fin.