Cuando la mayoría de la población esperaba una buena noticia a raíz de la próxima inauguración de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, Ptar, el pago de su operación a través de cada factura mensual, se convirtió en el peor dolor de cabeza de los últimos años porque afecta la economía familiar de los usuarios, contraviene el principio de justicia social y equidad en el acceso a los servicios públicos, al ignorarse el costo final de la obra y durante cuántos años se cancelaría en su totalidad.
Sabemos que la planta de tratamiento es fundamental para el saneamiento del medio ambiente y la salud pública para este caso el vertimiento de aguas más limpias al cauce del río Guadalajara que desemboca en el río Cauca y contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático.
Lo que no se entiende es la información acerca del valor que cada usuario de la Empresa Aguas de Buga cobraría y en últimas se pide una reestructuración del sistema tarifario que alivie la ya pesada carga de impuestos que cuelgan sobre los mismos.
Esta obra se inició varios años atrás y muy lentamente se ha construido en cada administración de gobierno que pasa y en consecuencia los miles de millones que ha costado, se cargarían en el ya afligido bolsillo de los suscriptores que no esperaban este “vainazo” de la actual administración sin previo aviso y ninguna socialización en la comunidad.
Se debe tener en cuenta que el tratamiento de aguas residuales es un servicio público esencial y es el Estado, para este caso el gobierno departamental y municipal, los responsables de los costos, pero de ninguna manera trasladarlos a cuenta gotas y muy altas, a los usuarios, que ven con temor la llegada de la próxima factura de agua.
Sería muy conveniente que desde ahora mismo, la empresa Aguas de Buga, inicie su socialización en toda la comunidad, barrio por barrio, y al mismo tiempo informe sobre los beneficios que va a traer la puesta en marcha de la planta, pues no basta su justificación aduciendo que en “otras ciudades así se ha hecho” que es un argumento poco plausible y aceptable.
Creemos que la obra, fundamental para la lucha contra la contaminación de las aguas, debe ir respaldada por una serie de actividades que disminuyan el daño causado por la deforestación, el uso intensivo de la ganadería, el cambio de contadores en cada hogar, las jornadas continuas de limpieza del río Guadalajara en la zona urbana, la debida disposición de deshechos y de basuras, para que la ciudad luzca como “una tacita de plata”.
En otras palabras, que se vea la presencia del gobierno en medio de tantas informaciones negativas que reflejan la crisis climática, como por ejemplo, miles de vehículos que recorren las calles y avenidas emanando grandes dosis de gases contaminantes, el mismo ruido que deteriora el medio ambiente, el control de los recicladores, entre otros.
Esperamos que la empresa Aguas de Buga revele los mejores beneficios de la planta de tratamiento que justifique de alguna manera su cobro a los usuarios, pero sin que afecte su ya decaída economía familiar.
No se puede olvidar que es necesario una nueva estratificación, pues la actual se considera obsoleta, según los expertos en el tema, si se tiene en cuenta los cambios socioeconómicos de los últimos años.