En 1907 en Estados Unidos, Anna Jarvis emprendió una campaña para establecer un día dedicado a honrar la dedicación y esfuerzo de las madres trabajadoras buscando las mejoras en las condiciones de salud y sanidad en el trabajo, extendiéndose a gran parte de Latinoamérica y otros países del mundo.
En Colombia mediante la Ley 28 de 1925 se oficializa el segundo domingo de mayo como el Día de la Madre con el propósito de exaltar y reconocer el rol materno en la sociedad.
De manera irónica en nuestro país, el día en que hijos e hijas homenajeamos la vida del ser que nos trajo al mundo, en el que compartimos un ambiente de unión familiar, ocurren situaciones de conflicto que empañan la celebración como accidentes de tránsito, peleas y muertes provocadas por homicidios, causados por el alto consumo de bebidas embriagantes.
Según cifras de la Policía Metropolitana de Bogotá, ”durante 2023 se registraron 12 homicidios, 208 casos por lesiones comunes (riñas) y 255 casos de violencia intrafamiliar”.
El alcohol “es una droga depresora del sistema nervioso central que, al actuar sobre el cerebro, disminuye la actividad y las funciones cerebrales. Uno de los efectos de esta acción es la desinhibición, lo que significa que las personas pueden sentirse menos restringidas por sus inhibiciones sociales y psicológicas, lo que puede llevar a comportamientos que no serían habituales en estado de sobriedad”.
Es una sustancia socialmente aceptada, de libre oferta y consumo, la cual tiene un impacto en la comunidad que no recriminamos como a otras drogas.
Hoy elevo una voz de solidaridad con aquellas madres que están atravesando situaciones de abuso, secuestro, violencias en sus vidas y la de sus hijos, lo que causa pérdidas irreparables en las familias y en la sociedad.
Que este mes de las madres sea la ocasión para celebrar en el marco de amor, el respeto y la tranquilidad y entre todos bajemos las altas cifras de violencia intrafamiliar.