Una pancarta, entre las cientos que he visto cuando presentan el genocidio de Gaza, me llamó la atención esta: «Nos enterraron, pero no sabían que éramos semilla”, porque significa el futuro que vendrá para los israelíes y palestinos y no es otra cosa que más y más genocidios por la venganza de los palestinos en contra del gobierno judío y así será indefinidamente, hasta que sea el “perdón” quien traiga la paz entre estos dos pueblos que desde miles de años se odian a muerte.
Pero este perdón no es el que escuchamos en los acuerdos de paz, que no se ha dado, basta con ver los cientos de víctimas de la violencia después de la firma del acuerdo de paz hasta nuestros días.
Perdonar al enemigo, no está en el corazón del hombre, viene de Dios, es una gracia que nace de la FE y está escrita en el Evangelio de San Mateo en lo que se conoce como Las Bienaventuranzas y es la única manera de perdonar las ofensas, perdonar a quienes nos hacen daño en todas sus formas, es un don gratuito que proviene de Dios, no existe otra salida. Los gobiernos fracasan en la búsqueda de la paz porque no creen en Dios Amor y actualmente tenemos un ejemplo claro y nítido: dos bandos extremos de donde salen epítetos indiscutiblemente ofensivos, unos contra otros, se hace caso omiso del llamado al desescalamiento de la palabra grosera, bajezas, críticas infundadas, entre otras cosas.
Si continuamos echándonos la culpa de los errores, unos contra otros, no vamos a ir a “ningún Pereira” y menos si no llegamos a un gran acuerdo nacional entre todos, pero soy un poco pesimista, porque no se vislumbra un candidato que reúna las condiciones reales que necesita el país para alcanzar la verdadera reconciliación entre las partes que hasta hoy son irreconciliables.
Me asombra la aspiración de 65 candidatos a la presidencia de la república. Si estamos tan mal, ¿porqué se aspira?. Si no se da el verdadero perdón, solo queda la “negociación”, en otras palabras: el “ CEVEYE”, “como voy yo”.