En días pasados, en la ciudad de Barranquilla, se llevó a cabo el congreso de la OCDE en el cual se hicieron planteamientos importantes acerca del desarrollo social y la educación en los países miembros.
Colombia quedó muy mal parada en el sentido de que somos el tercer país que más jóvenes NI-NI tiene, es decir, que NI estudian, NI trabajan, NI hacen nada productivo. Estos están en el rango entre los 18 y los 25 años, es decir, en plena edad productiva.
Las razones pueden ser muchas: falta de oportunidades, falta de motivación para el estudio o el trabajo, la disfuncionalidad familiar, la falta de estímulos por parte de la familia, en fin, existen miles de excusas para que esta sea nuestra realidad. Sin embargo, quiero hacer alusión al sistema educativo nuestro.
Es un sistema mediocre que permite que los estudiantes, que en el transcurso del año no hacen nada, se dediquen a hacer pereza y al final del mismo o de cada periodo académico se pongan al día haciendo talleres, trabajos, exposiciones y, según la ley tiene que pasar. Sin embargo, la vida diaria no da oportunidades de hacer las cosas cuando a uno le de la gana o cuando le nazca hacerlo, en la vida hay que afrontar cada responsabilidad en el día a día y los jóvenes de hoy no están dispuestos a hacerlo porque desde el sistema educativo se les valoró lo que hacen a última hora.
En nuestro ambiente educativo no tenemos el respaldo de los padres de familia, quienes siempre están a la defensiva de sus hijos y en contra de los maestros que hacemos ingentes esfuerzos para que nuestros educandos asuman responsabilidades claras y seguras y sean conscientes de los requerimientos que tendrán que enfrentar en el futuro.
Es urgente crear en la juventud un compromiso claro de responsabilidad y de seriedad frente a sus obligaciones diarias, es necesario que los padres de familia apoyen los procesos educativos que se dan desde el sistema escolar. Solo así y el compromiso fiel del estado podemos sacar a nuestros jóvenes de la pereza y de la irresponsabilidad educativa.